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Sicarios
Para María Magdalena Salazar, Elías Salazar y Luisa Ornelas desaparecidos desde el 7 de febrero de 2011*.
Detienes el carro en el estanquillo
a un lado de la autopista
Observas el paisaje árido
El sol de la tarde te pega en la cara
Compras lo necesario:
Dos coca colas, una cajetilla de cigarros
pañuelos desechables
Los jeans te sientan bien
Miro de reojo a la cajera
Manejas algo ebria
Toco tu pierna
En la radio suenan los caifanes
Viajamos en silencio
Los anuncios a un lado de la carretera:
triunfantes campañas de salud
un gobernador brinda la bienvenida
somos ya 112 millones de habitantes
etc., etc.,etc.
Gasolinera. Te detienes
Orinas largamente
en baños sucios
Una niña de nacientes senos
ofrece dulces envueltos en celofán
perros famélicos
hambrientos a su lado
a la distancia
su papá, pederasta en potencia,
vigila a su niña
que cumpla bien el trabajo
Detienes en un motel
El motor se apaga
Te desnudas en un acto
Nuestros cuerpos arden en la madrugada
Viaje al interior de nuestra miserable existencia
A la mañana siguiente dices que es tarde
mientras arreglas tu blusa frente al espejo
Tomas nuevamente la carretera
El sol de la mañana acaricia tu cara
Llegas al lugar de la cita con anticipación
Después arriban tus amigos
que exigen a gritos su mercancía
prueban su calidad y textura
hacen estúpidas bromas que solo ellos entienden
Entonces sobreviene lo inevitable
La traición:
No hay pago
Nuestros cuerpos amordazados y las espaldas desnudas
múltiples manos acariciándote
cavidades violentadas en celdas oscuras
gritos en el cuarto de abajo
hombros con heridas ardorosas
la sangre acumulándose
en un charco de silencio
Espero que en los minutos que nos quedan
de vida
podamos nuevamente
romper las reglas
andar donde los habitantes vagan
insatisfechos de la vida
desnudas sombras
buscándose
incesantemente
en la nada
* Los tres son familiares de Josefina Reyes Salazar, activista mexicana por los Derechos Humanos, asesinada en enero del 2010.
* Es sociólogo y redactor. Egresado de la carrera de Sociología por parte de la UNAM. Ha colaborado en algunas revistas literarias como La Culebra, Re-Cuento y Letralia.
Imperceptible
Una conversación puede llegar a ser imperceptible. Sin parecer demasiado ruidosa comienza con palabras determinantes: provocan un silencio que desmiembra las sienes. Tras ese momento aséptico aparece un vacío orgánico, profundo, que se compone de gritos sordos y mudos. Entonces llega la noche de insomnio. Los pelos se constituyen enervados e ingrávidos. Los rostros, despojados ya de humanidad, se dan la espalda entre las sábanas. Las miradas ocultan ciertos pensamientos por los que la cara contigua mataría si fuera necesario. En este bosquejo caótico las ideas se repiten constantemente. Los ojos miran a todas partes y concentran el ángulo contrario en la retina como campo de especulaciones y conjeturas. Esperan que un mínimo gesto del otro proponga un cambio ante la rutina. La esperanza a modo de resoplido expulsa las calamidades y las miserias propias porque no hay nada más importante que sobrevivir a los temperamentos. Ha caído la pasividad de ninguna palabra, de ninguna voz, de ninguna escarcha. La incertidumbre llega y cae irremediablemente como lluvia plomiza en una habitación en blanco y negro.
Voy a imaginar un ejemplo para este caso:
Andrea se dirigió a Ignacio anoche. En mi mente, se acercó tímidamente. Se sentía molesta. Supongo que le dijo en voz baja: “¿La conoces de algo? ¿la has visto antes?” Desde hacía unos minutos la chica del escenario arrojaba aIgnacio palabras parecidas al sexo. María Migliónico lo miraba de forma zurda, respiraba con profundidad. Las butacas del teatro no les aislaban de otros ojos críticos alrededor. Ignacio, ante la pregunta, respondió incomodo: “No”. A partir de ahí no quiso establecer ningún tipo de comunicación. Sin embargo dejó de mover repetitivamente la pierna que martilleaba el suelo, casi al límite de lo zafio.
Antes de terminar ese tintineo, Andrea había contemplado sus movimientos. Observó con detenimiento como trataba de ocultar la respiración bochornosa de su pecho. Detectó, al mismo tiempo, que miraba hacia la chica de una forma familiar. Por eso tuvo que adelantar los movimientos de la nariz tratando de encontrar un olor, tal vez un perfume, una esencia corporal que hubiera percibido antes. Como animal de la tundra regresaba a los instintos. “Mío, solo mío” —pensaba en esos momentos—. Caía tibia y aguada ante la intuición sobrenatural: le guiaba entre sus intrigas y sospechas. “Esa hija de puta lo está mirando y el cabrón de mierda tiembla como un adolescente. Habrán follado, lo sé”, —ocultaba en silencio—. El paradigma de María en el escenario resultó un esfuerzo terrible porque miraba entre palabra y palabra exótica, entre consonante próxima a una equis y punto suspensivo.
El público próximo intentaba no recabar de ellos más de lo necesario, ni aún cuando Andrea lo miraba con desprecio. La representación de Diógenes Obsesivo resultaba todavía interesante. Los actores sobre el escenario, envueltos en el regocijo de su primera actuación, deambulaban rápidamente de un lado al otro. Un enorme zurrón en el centro representaba la escena: los jóvenes pensadores hacían preguntas sin parar. Diógenes se levantaba y se marchaba dejándolos con la palabra en la boca. El proscenio se llenaba entonces de espectadores que afinaban la mirada. No obstante el sabio desaparecía y apenas quedaba una prueba de conversación. Salvo por María Migliónico nadie diría que aquella obra constaba de algo más que rabia, introspección. Salía valiente y enervada cada vez que el actor principal penetraba en sí mismo. Ante la multitud en duda pronunciaba unos poemas clásicos llenos de intenciones.
Al borde de lo insoportable, Ignacio se levantó rápidamente de la butaca y cogió del brazo a Andrea. Las miradas punzantes que ella le arrojaba formaban un rifirrafe con sus rostros. Apropiadamente ella aceptó ir al coche en silencio, como recurso. Aún esperaba, tal vía expiatoria, que él le pidiera disculpas por algo que esperaba que no hubiera ocurrido. En ese estado de pánico y turba estuvieron sin hablarse todo el trayecto a casa. Ella llegaba a la obsesión interior: “está enamorado de ella, se ven a escondidas”. Ignacio movía la cabeza esperando algo parecido a la dignidad. Mantenía su semblante cabizbajo a modo de protesta.
Ante tanta inconsistencia se fueron a la cama sin cenar. Cambiaron las ropas mientras se veían desnudos y apenas con un vaso de agua. Se apostaron cerca y enemistados, como un zapato roído junto a la lejía. “Lo odio, lo odio, ¿por qué ha tenido que engañarme?” —pensaba —. Era un hecho cualitativo que Andrea estaba entrando en estado de shock y elegía cualquier quejido o quebranto para transmitir algún mensaje. De la misma manera, entre gestos, utilizaba también la insinuación y la ironía como medios de ataque. Quería provocar una reacción: un arranque de verdad propia de una estrategia psicológica. Trataba de extraer algún tipo de confesión zurda o tal vez una comprobación: la alegría de estar equivocada. Realizaba ciertos suspiros sutiles, centralizados, fundamentados, litúrgicos. Con todo esto, al menos, se habían ahorrado unos insultos. El silencio le daría la virtud clásica del conocimiento.
Una conversación puede llegar a ser imperceptible. —Mantengo—. Cuando se alcanza el silencio parece extraño cualquier tipo de encuentro. Sin embargo existe un deseo interior de acabar lo empezado. Por eso, como fuste imperceptible, surgen algunos ademanes zurdos. Todos los ojos se buscan entre escusas y suspiros —también entre pulsiones— porque ya va siendo hora de acabar la batalla.
En mi mente, todavía, Ignacio la miraba por momentos. Ya no podía ser peor. Los sudores le untaban todo el cuerpo. Como unción premeditaba anunciaba un cambio en su vida. Debía hacer algo con esa mujer que sollozaba y seguiría sollozando en noches similares a esta. Sentía un terrible abatimiento que ya no salvaba con su ego. Tenía que corresponder a las lágrimas que le sabían terriblemente a pregunta. Giró hacia ella en un movimiento rápido y la observó: sintió en su interior algo parecido a la compasión. Encontró también cierta nostalgia por los años que habían compartido juntos. La miraba lentamente, con detenimiento. Andreaestaba cerca de la ventana, apenas se escuchaban los ruidos de la mañana: algunos niños entre risas, un vehículo con prisas. La cuidad demoníaca comenzaba a resurgir del silencio. Muy a lo lejos, como testigo fiel de la naturaleza, un perro aullaba, dejaba un estruendo maravilloso.
Tras una noche de silencios, largas horas de pensamientos bañados en un sudor como palabras imperceptibles, la cogió del hombro y le dijo:
—He decidido volver con mi mujer.
* Diplomado en Relaciones laborales, en la actualidad estudia el segundo ciclo de Filosofía. Tiene también formación cinematográfica y literaria y experiencia profesional como redactor y guionista. Publicaciones: A cuento de Almería, Almería: autores del crimen, Déjame salir, Colección de relatos de Oria, Los chicos feos también quieren bailar, Agenda mágica literaria y cuéntanos tu mensaje.
El canto de la tierra
¿Qué importa el apocalipsis?
Un sonido solo puede ser un poema
en la flema del signo de piscis
y en el de acuario que canta al oído.
El texto alemán es de un sólo poeta
pero los poemas originales chinos
son de diferentes autores.
La misma mujer misteriosa
está en la voz de la flauta y de la contralto
¿o qué secreto hace llorar tanto a Mahler
en esa traducción de los clásicos?
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Todo es nuevo, yo siento
se podría decir la adolescencia
que se repite (equívocos,
primeras veces, el frío
y el calor...)
Escribamos poesías, pronto
decenas de años habrán pasado,
y usted conservará la cadencia altana,
pero las palabras de este sol :
canción perdida.
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Ella le dice llena de fé
en su sueño angelical
que se acerca la primavera
que París ya no será igual.
Habrá tanto que improvisar
en el teatro del juicio final que lo espera
(la medicina y el placer, la mujer de tabaco y la china)
para que ella le quiera mañana.
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Te deseo una buena noche,
tienes mi mano para espantar los murciélagos
que hacen miserias al elefante.
Y pienso en tu perrita que es tan vieja,
y siento la música del tiempo en su soplo.
He perdido el texto de la mirra,
he tenido que vaciar todo en mi célula,
una selección habría sido el infierno.
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La era de acuario comienza intensamente
y los espíritus críticos se asemejan
al conspirador murmullo de las brasas
que antes de que amanezca
en el perfil del silencio
sueñan con incendiar el edificio
del tiempo.
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* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.
Cuento breve y con habano
Por unos malestares de gripe Javier regresó temprano a casa un viernes por la tarde. Al entrar al pequeño apartamento escuchó el ruido de la ducha y la voz de Alicia cantando la única canción que acompañaba al agua y al jabón en sus momentos de alegría. Abrió la ventana para evadir el aroma artificial del ambientador que aún flotaba en el espacio confinado de la sala y así tomar un poco de aire fresco que le aliviara la congestión nasal; y en la maceta del balcón, de la colilla de un habano de gruesa vitola aún brotaba un hilo de humo y una pizca de incandescencia se avivaba con la brisa.
* Poeta y narrador. Ingeniero egresado de la Universidad de Oriente (UDO), donde fundó el suplemento literario estudiantil El Mástil Roto (1986-1988). Dirigió por dos años (1997-1999) el suplemento cultural Fragua, del diario El Oriental, de Maturín (Monagas, Venezuela). Ha publicado los libros de poesía Sólo piel intensa (1990, Editorial La Espada Rota), Cotidianas (1992, Departamento de Tecnología Educativa UDO-Anzoátegui), De tanto andar en solitario (1999, Fumcultura) y Pentagrama (2003, Litolila), y el libro de cuentos La Billo’s no, compadre, y otros relatos (Trafford Publishing, 2009). Ha colaborado con diversas publicaciones periódicas, incluyendo la Revista Nacional de Cultura, y ha escrito para diversas exposiciones de artistas plásticos de Venezuela. Actualmente reside en los Estados Unidos.
Se alarga la noche
SE alarga la noche noche en horas ajenas al reloj,
todo se convierte en película en blanco y negro de serie b,
de sangre sin color,
de navaja de Buñuel.
Todos laberinto sin hilo de Ariana,
camino desbastado de vida,
yerma realidad
de falsedades conectadas
en un todo de nada.
Fanfarrias aterciopeladas de bambalinas,
de neones fuera de lugar;
escenarios de cartón piedra
sin telón.
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“Yo, que he perdido en la vida como en la muerte,
Que he besado los pies del desatino
Y me he bañado en mares oscuros de mentiras,
Fracasado y solo,
Aún estoy aquí.”
Lucía Fraga
Yo que he perdido hasta la noche
agotando las baterías de las luciérnagas.
Yo que soy más de nada que de mí,
que tránsito entre los fantasmas
de los sueños que nunca quise,
de las calles que ya no existen.
Yo que ya no sé lo que es
una sonrisa a tiempo
en el vertedero del asfalto;
que ando con pasos desatinados
de psiquiátrico en ciernes;
que miro por encima de las luces
con la vista perdida
viendo mar donde solo hay farolas.
Yo que perdí el alma hace tiempo
sin poder recuperarlo;
que vivo la amargura
del alcohol destilado de las venas,
la coca esnifada de sueños
que nunca fueron.
Yo que no soy más que una sombra,
estoy también aquí.
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MI padre tiene 84 años.
De joven estuvo en la guerra civil
haciendo paquetes para el racionamiento,
en el bando republicano.
Cuando los golpistas ganaron
le detuvieron junto a las 13 rosas y todos los demás,
era el más joven,
14 años,
14 años cuando le hicieron un simulacro de fusilamiento.
Le conseguía papel de plata a Marcos Ana
para que hiciera “submarinos” con sus poesías.
Conoció a Miguel Hernández,
fue amigo hasta la muerte de Buero Vallejo.
Con la tercera restauración borbónica,
le ofrecieron un cargo en el partido,
pero no quiso saborear las mieles de la gloria
ni la erótica del poder;
prefirió continuar junto a su gente
en su Tetuán de las Victorias.
Dejó de ser vocal en el ayuntamiento,
le montaron un homenaje en el que casi se duerme,
con placa honorífica
que guardo en un cajón,
entre la ropa que no se pone.
Fue a Carabanchel para evitar que la derribaran
y volvió con una arritmia
cuando vio a los usurpadores
haciéndose fotos bajo las pancartas.
Le vi maldecir
al ver las imágenes del derribo,
ver caer los ladrillos que había colocado
junto a otros presos políticos.
Mi padre, a sus 84 años
un día nos dará un susto
para irse hacia el universo.
Y cuando eso suceda,
lo que reivindicará no será
el simulacro de su fusilamiento,
la condena a muerte,
su lesión coronaria
por las palizas en la DGS,
su detención después del asesinato de Grimau
o en un 1 de Mayo
en que lo detuvieron en mi presencia,
los registros en su casa,
los años de sacrificio y lucha en su barrio…
No,
lo único que reivindicará
será la III República,
esa República
que yo tampoco veré
pero que recojo como testigo
para entregárselo a mi hijo
y a los hijos de mi hijo.
* Estudios básicos. De profesión: delineante industrial. Poeta autodidacta de fuerte raíz hernandiana. Formó parte del nucleo de poetas canarios que darían origen al movimiento de La Joven Poesía Canaria, al igual que plataforma Círculo de Tinta, al Colectivo “Helicón” y a la asociación La Vida Rima, entre otros. Fundador y coordinador de la plataforma Cultura Indigente. Ha sido actor y director de grupos teatrales de barrio (Tetuán-Madrid-Aranjuez) y ha ejercido de columnista en diferentes revistas (Cuadernos de Jazz, Mundo Verde, Eclipse). Realizador y presentador de radio alternativa, recitales y eventos (conciertos de música y concursos de literatura popular y musicales). Ha publicado en Ajoblanco (1975- Barcelona), Eclipse (San Sebastián de los Reyes, Madrid), Es hora de embriagarse…de poesía (Madrid); Atemporia (México); Voces del extremo (Moguer); La hamaca de lona (Málaga) así como en antologías españolas y extranjeras y en direfentes webs como Las afinidades electivas o Youkali. Ha publicado Vivir provisional y Apuntes Urbanos.
Recuperemos el color del mundo
Nuestra infancia y, de igual forma, la de mi generación, transcurrió entre los sauces y los eucaliptus, los arrayanes y el agua abundante y clara de las montañas andinas, que los espíritus Muiscas, conservaron tan bien, desde que poblaron este magnifico territorio que es el departamento del Gran Santander.
Recuerdo que el aire puro corría libre sobre los tejados de barro de nuestras casas, por entre los corredores, como avenidas, y, el patio del rosal materno, donde la luz y el color jugaban con la mañana fresca desde donde empezábamos a mirar hacia el futuro. Nuestros juegos infantiles, el trompo, las metras, las cometas de agosto como flores multicolores, los paseos al río, los toros de candela de diciembre, los aguinaldos y el amor, llenaban el espacio y el tiempo, entonces no había lugar en nuestras vidas para destruir, para mal usar los recursos, porque aprendimos con total entrega a ser amigos del árbol, a cultivar las rosas, a preservar el agua porque supimos desde entonces, también, el valor de no enturbiar para otros la fuente donde calmábamos la sed.
En nuestra escuela urbana, no sólo las plantas eran parte del paisaje escolar, también las avecillas locas que llegaban a la ventana, eran parte de ese mundo, en que, orientados por nuestros maestros, aprendimos a querer y a valorar, sabiendo desde entonces que de no cuidarle veríamos una realidad como la que infortunadamente estamos experimentando por estos tiempos.
El mundo es y será un lugar bello de acuerdo con el uso que de él hagamos, por ello, es indispensable aprender a vivir dentro de una conciencia sana, dentro de unos principios firmes, a través de los valores de respeto por el medio ambiente; es fundamental y claro, que el agua es un derecho, porque como recurso lo hemos ido malgastando aún sabiendo que como derecho es vida; quienes entendemos la situación actual, estamos obligados a luchar por la consecución de una conciencia libre de indiferencia hacia el medioambiente, de acciones a favor de nuestra madre tierra, a entender y practicar diariamente comportamientos de preservación del equilibrio ecológico, estamos urgentemente llamados a respetar cada proceso, cada ciclo natural, que incluya la salud, la higiene del medio y que nos permita armonizar nuestra vida con la de los reinos que componen el universo.
El hombre es el ser más inteligente que pisa la tierra, pero bien cierto es también, que su inteligencia debe comparecer con sus actuaciones, que su sentido de supervivencia debe incluir un escenario que además de bello, ofrezca para todos los mismos beneficios, por tanto es indispensable dedicar mucho más tiempo al cuidado de los animales, al cultivo de las plantas, al ahorro racional del agua, a la descontaminación del aire.
En la actualidad son muchas la instituciones y los programas que trabajan por la preservación del medio ambiente, y es con ellas con quienes debemos hacer equipo para capacitarnos en los programas que nos orienten para adquirir nuestra condición de ciudadanos por la ecología, por la recuperación del color del mundo, batalladores incansables, defensores del agua, del aire, para que ese viento enrarecido de nuestros días pueda volver a juguetear libre, ya no por los techos de barro de nuestras antiguas casas, pero sí por entre los modernos edificios, entre Sirio y la luna tan cercana ya a las terrazas de los inmensos rascacielos donde miles de niñas y niños viven sin conocer el aroma de un sauce o el fruto de un arrayán, pero eso sí, con el mismo derecho de crecer en un mundo tan bello como el nuestro aunque hayamos cambiado el trompo de tagua, por el juego virtual, el toro de candela de diciembre por los rayos artificiales de las “leds” que adornan la altas y modernas cornisas de las metrópolis.
Es entonces definitivo, que desde nuestros hogares, desde nuestra escuela, desde las empresas, desde todo los rincones del mundo, enarbolemos las banderas de amor y respeto por la tierra, por los seres vivos que la habitamos, por el equilibrio universal para que no quede un solo elemento si hacer parte de la existencia hornada con la inteligencia y la huella de una civilización que siga brillando en el universo que habita desde este planeta azul la infinita ruta galáctica que un día los Mosetenes, desde su extraordinario mito llamaron LA VIA LÁCTEA.
* Licenciado con estudios principales en Español y Literatura de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, y es especialista en Comunicación Educativa y en Enseñanza de las Artes de la Universidad de Pamplona, impulsor fundador de grupos de teatro estudiantil y de maestros de la ciudad, presentador de programas culturales y docentes de la televisión local, miembro de agrupaciones musicales de la ciudad, profesor del Colegio Provincial San José. Se ha desempeñado como catedrático de la Universidad de Pamplona, su obra literaria ha sido registrada en el compendio Quién es quién en la poesía colombiana, parcialmente publicada en diarios departamentales de Cúcuta y de Bucaramanga, en revistas como puesto de combate, lideres del saber, cuadernillos de poesía de la U. Pedagógica Nacional. Seis libros de poemas son su patrimonio personal, un libro de cuentos, su intento narrativo, y la canción del adiós y El bambuco Con sabor a Identidad, sus intentos musicales. Su empeño es hacer de la poesía una llave para entrar al alma del ser humano.
Gama
Asteriscos modula el aire
Prismas tricolores
bordan el follaje
La brisa bosteza
Estira la niña los brazos
mientras la nube se disfraza
Recorre, atrevido
el pájaro, el pincel
Aguarda
la paleta de colores
al bastidor.
Jabalina
Segrega
la fístula
encono
Vomita
el boquete
desprecio
Es apresado
el cuerpo
por las arterias
Secciona
el miedo
la rigidez
Vulnera
el balbuceo
la esperanza
Temerosa
del saqueo
gime.
Madriguera
Dormida
espío
pequeños huecos
El hielo encubre
el amor llagado
Es en la noche tapiando
el nido
o sueño demorado
Azotados los pensamientos
por el timbre.
Máscara
Malgasta
el asombro
el compromiso
Desgarra
el encono
el sosiego
Enardecida
fustiga
la ilusión del vínculo.
Presagio
Apiñada
entre tablas
se acopla
La mirada
mansa
Es
llena de vida
que sucumbe
El hombre aguijonea
Con premura
los colores
Estéril es la entrega
Masacran
Y el suplicio.
Ranura
Mañana
de presagio
El viento
es negro
Arrumbado
asoma
El disparador
en este
día nublado
empuja.
* Profesora de Francés. Obtuvo premios y menciones en certámenes literarios e integró varias antologías. Participó en talleres de poesía coordinados por Fernando Molle, Walter Cassara, Hernán A. Isnardi y en la actualidad con Rolando Revagliatti.