Infortunio

Compartir el premio

he pensado que debía compartir este premio con otros compañeros de infortunio, los he buscado, no existen. Sucede que la sociedad ha vencido al artista, sabe que lo ha domesticado, lo ha instalado sabiamente en un Zoológico de jaulas, de galerías por todo el mundo, cuida a su artista como animal de granja, lo alimenta, lo mima, con exposiciones y lujosos catálogos, con premios, con becas, con encargos. Para que no moleste y no molestará. Alguien me ha reconocido entre nosotros (creo que he sido yo mismo) como el último artista incómodo.


Jorge Oteiza
Cartas al príncipe, 1988.


Cuando Oteiza, en las Cartas al Príncipe habla de "mis amigos del infortunio" y se acaba reconociendo como el único infortunado superviviente, se está situando, sin duda, del lado de la excepción: excepción a la cultura.

En ese sentido me es muy grato ir construyendo un espacio que, aunque virtual, va reuniendo en breves mezclas sobre la pantalla la carnaza misteriosa, brillante, húmeda, de aquellos que dedican su vida a la tarea del arte, en tanto que excepción a la cultura.

Entonces, INFORTUNIO SHOW consiste en reunir a un grupo de artistas alrededor de un soporte (hasta la fecha nunca alrededor de un tema) y mezclar sus piezas en el espacio que ocupa un monitor de 15". La intención es ser lo más neutro posible en la mezcla, en un intento de no hipersubjetivizar la mezcla, pero eso creo que solo se cumplió en Infortunio Uno. Las otras mezclas me las he tomado con más libertad.

La intención principal del espacio es dar visibilidad en la red a aquellos artistas que no la tenían y fomentar la de aquellos que ya la tienen. Pero esa labor siempre dentro de un marco muy concreto que es el de "los contactos", los artistas conocidos. Infortunio, hasta la fecha, no es un espacio de convocatorias abiertas sino más bien una búsqueda personal, una apuesta personal. No me gusta esa idea de la ultrademocracia de Internet. En Internet hay mucho ruido y, en ese sentido, intento canalizar en el espacio de Infortunio nada más que las pequeñas resonancias de los artistas conocidos que me afectan corporalmente. Si no me afectan no vale, esa es la criba. El hecho de haber estudiado en Bilbao es aquí constituyente, ya que la mayoría de los artistas que colaboran son gente de Euskadi.

Pero
la dificultad de llevar adelante un espacio de estas características, evidentemente virtual, es conseguir que la carnaza del material que se muestra siga manteniendo su brillo, en la medida que sea posible. Esa es la dificultad y el punto de inflexión que me obliga siempre a estar alerta (neutralidad o no neutralidad). Tengo que tratar con delicadeza las piezas de los artistas porque son artefactos extraordinarios que tienen que estar dispuestos de la manera más favorable posible. Esa es la difícil tarea del curador si es que, en definitiva, quiere continuar sabiendo algo de su deseo. Y con esa tarea me las veo cada vez que organizo una mezcla. Lo demás es el mérito de los artistas que colaboran con sus piezas y su disposición, que eso es la leche. Y todo eso dispuesto a los ojos sin freno del internauta.