Licores de Santa Caterina

El sujeto-sujeto estaba sentado aburrido y en una silla de madera baja frente a una tienda de las que dan a la parte de atrás del mercado de Santa Caterina, cuando huele. Eran las ocho de la mañana aproximadamente y habiéndome levantado pronto esa mañana-mañana y buscando algún refresco para mi desayuno me encontré con que todas las tiendas estaban cerradas; me fijé en la cara del sujeto-sujeto, quien estaba masturbando un puro, y vi que la tienda que él aguardaba estaba abierta. Y al ver los escaparates llenos-llenos de botellas antiguas con las etiquetas de los precios resecos por la antigüedad y el sol, me dispuse a entrar, tras lo cual el sujeto-sujeto del puro hizo lo mismo detrás de mí.

Qué le trae por aquí joven. Pues mire, quería una botella de coca-cola light. No tengo light, bah, eso no se vende, sólo la toman los niños pequeños - acompañando con su mirada y su cabeza, que en esos momentos estaba ya en mis piernas, pues ese día llevaba puestas unas bermudas de palmeras azul turquesa con fondo blanco, unas deportivas rojo chillón y una camiseta de tirantes pirata de pata de palo.

Pues si no tiene light démela normal, es que la light refresca más que la otra, ¿sabe?, porque no contiene azúcar y el azúcar da más sed. Normal sí que tengo, joven. Se fue detrás del mostrador y al volverse y mirándome fijamente me dijo: a que tú no sabes preparar un potaje, a lo cual repuse, pues claro que sí. Bah, es que los jóvenes de hoy en día no saben cocinar, todo congelao y al microondas. Eso es una mierda de comida. Antes la abuela hacía un potaje en la olla para dar de comer y cenar a toda la familia, y si sobraba, pues para toda la semana. Antes las mujeres hacían bien de comer, no como ahora, que no saben ni hacer un potaje.

En esos momentos no supe qué decir, así que distraje mi mente con las estanterías repletas de botellas de brebajes que no supe adivinar cuánto tiempo podían llevar en la penumbra de la tienda. Sabe, le dije al fin, nunca antes había reparado en esta tienda, a lo que contestó él muy rápido, es que sólo abro por las mañanas, cierro a las dos y media, seguro que siempre pasas por aquí por las tardes, a lo que contesté, pues sí, normalmente hago la compra cuando salgo de trabajar por la tardes.

Ves, continuó él, es que si te tienes que hacer rico, tiene que ser antes de que cumplas los cuarenta, luego ya está uno demasiado cansado para hacerse rico y ya es muy tarde. Yo cierro a las dos y media y, bah, por las tardes no trabajo. Hace bien, así tiene mucho tiempo libre, y entonces él me miró muy de cerca - calvito él - y me sonrió. Es que los jóvenes de hoy día no sabéis cocinar, espetó de nuevo mientras me miraba otra vez de arriba abajo y a la camiseta y a las bermudas y a las zapatillas rojas chillón. Las mujeres sólo quieren dinero, joven, y a partir de los cuarenta si no tienes dinero se te van. No es como antes, que el abuelo se quitaba la gorra y la levantaba y todo el mundo “sí buana”. Bueno tampoco es para tanto, dijo él. Ahora las mujeres se cansan y si no te has hecho rico antes de los cuarenta, te dejan y se van. Yo me separé hace unos años (el hombre debía tener unos 60, con los dientes pelados y amarillos de tanto chuparle al puro) y ahora ya no tengo problemas. Para qué, si una puta te la chupa por treinta euros y llegas a tu casa y no te dan problemas. Haces así, hizo el gesto, apoyándose con el puro, de quién coge la cabeza de una mujer por los pelos y la trae para si, y no te dan problemas…

En ese momento entró un dominicano también joven como yo por la puerta. Hombre, míralo, éste es otro, aspeó una ligera mueca y una risita, éste vive en un quinto sin ascensor, ¿dónde me habías dicho que vivías tú? Yo en un cuarto sin ascensor. Y se rió.

Déme también un agua de 8 litros y me cobra, por favor. Dos ochenta, majo. Ale, encantado de conocerle, le dije, y salí por la puerta y me fui a comprar el pan francés que tanto me gusta al mercado de Santa Caterina y media docena de huevos de corral grandes - que son mis preferidos - y me fui para mi casa pensativo a prepararme el desayuno del sábado-sábado por la mañana-mañana.