Réquiem para hombre y mujer que tuvieron un encuentro perfecto

Mujer era mujer de pasos cortos, y una heredada aversión por los almanaques, y las fotografías de los documentos de identidad. Era mujer de bajas pasiones (literalmente) aunque por cobardía, lo disimulaba bien. Sus pequeños pies, eran la medida de sus razonamientos. Por principios -o por alguna prehistórica conversación escuchada a media voz, a medianoche- sólo le interesaban los peregrinos. Mejor si se trataba de israelíes, escoceses o escandinavos, aunque no era determinante. También le gustaba escuchar a Chopin mientras iba al inodoro. Parecía contradictorio, pero habiéndola tratado, era posible entender esta alianza entre la caca y los matices. Hombre era hombre solitario y de franca voluntad por invasiones y victorias. No era casualidad su desarraigo, era una predestinación y un camino sangriento. Ella lo había estado esperando a pesar de otros hombres y otros penes (a veces usaba palabras más sonoras, respaldadas por variables sonrisas). El encuentro fue perfecto. El mes, el día y la hora fraguaron la coincidencia mientras cruzaban un puente. Perfecta la soledad que transpiraban en el sopor del verano. Perfecto el olor del río, y la luna, una pestaña. Perfecto el acoplamiento entre sus virtudes y perversiones. No hubo necesidad de galanteos ni reverencias, menos aún de expresiones de asombro o adulaciones. Hombre supo que conocía sus metas, sus intenciones y sus femeninas vértebras lumbares. También su modo de cosechar albaricoques. Mujer sabía de sus ruinas, su lengua aterciopelada y su masculino miedo a los cañones enemigos. También de su juramento de no respetar escudos. Habrían seguido de largo si no hubieran entendido en ese instante, que un corazón es un símbolo primordial, y amor la primera palabra gruesa que pronunció la especie. Por eso se detuvieron esa noche, que guardó todas las noches. Al alba se despidieron prestos, porque hombre soñaba con otros caminos y mujer con otras esperas.

* Escritora de pocas palabras nacida en Barranquilla, Colombia. El relato breve es su territorio. No ha publicado libros, aunque ha escrito tres. En la "Torre de Pompeya", "Hombre Macho y mujer Hembra con cierta dificultad para entenderse" y "Ligeras Historias". Además de numerosos cuentos que ya están por ahí, de boca en boca. Algunos pueden leerse en su blog.