Bar H

Cuatro y pico de la mañana. No consigo dormir. Esta noche me tomé el café más caro de mi vida. Veinte euros en el hotel Ritz, de la place Vendome. Para colmo he vomitado la copiosa cena que tomé en la Closerie des Lilas, justo antes de ir al Ritz. Julia Kristeva va mucho por allí, digamos que es un sitio de intelectuales ricos y algunos actores y músicos. Me pregunto qué me pudo sentar mal. No estoy acostumbrado a beber vino en todo caso.
             Mi tía me estuvo diciendo que hago los mismos gestos, y tengo las mismas gafas, que Peter Sellers.
             Yo no sé si es el yoga, pero realmente consigo parar el pensamiento. Estaba allí, en medio del lujo, y me parecía como si hubiese vivido toda mi vida entre algodones.
Incluso me pude permitir estar pensativo.
             Cuanto más tarda el reconocimiento más se prepara uno. Nadie es profeta en su tierra. Me había planchado la camisa yo mismo. Me había cosido solo el botón del pantalón. Y entraba en esos templos de la fama con una gran sonrisa.
             Bartrihari, el poeta indostánico, dice de Lakshmi, la diosa de la riqueza, que es voluble como una prostituta, en el sentido de que no es fiel. Pero se puede hacer la otra lectura, algo transversal, de que esa diosa, nacida de un océano de leche, está al alcance de todos, con tal de pagarle la sesión.
             Desde que voy a psicoanalizarme tengo una simpatía creciente por las prostitutas, con su dignidad remendada, y sus mentiras piadosas, porque tienen, al igual que la diosa indostánica, mucho de terapeutas.
             El encuentro, pues, con la riqueza extrema, funciona como purificación, como purgativo, y es como el breve favor de una rubia venal. El arte se convierte en acción de gracias. Infinitas gracias. Desde la infancia los dibujos que querían gustar, que buscaban confortar....

             Feliz Navidad a todos. No, no voy a mirar las señoritas de la pornografía para descongestionarme. Antes tengo cuatro palabras que decir. Aunque me amanezca. Hay que aprovechar todos los foros de expresión. No sé por qué, a mí sólo se animan a publicarme cuando escribo decididamente panfletario. Probablemente me utilizan, para servir no sé muy bien a qué intereses obstusos. Toda bohemia cumple una función análoga a la del terrorismo, perennizar el estado policial.

             ¿Sabes que sirven el agua del grifo con rodajas de pepino ? Frescor amargo. Todo un planteamiento de la mujer. He pensado mucho en ti. Con esa forma intempestiva de imponer algo de melancolía, pero formal. Sin caerse de la silla.

             Realmente, si no miro las señoritas de la pornografía no es porque la literatura o el Bar H me parezcan importantes. Han intentado entrar en mi casa, por la ventana, y se me cortó totalmente la libido. Me di cuenta porque se les cayó la escalera estrepitosamente. Y Berthe y yo estábamos culeando con fuerza cuando el ruido nos paró en seco. Ahora ella duerme. Por cierto que también en el Albaycín ponen a veces el gazpacho a precio de hotel. Es que ustedes no dijeron que lo quisieran en vaso. Sin derecho a tapilla. En la mesa de la derecha un ajedrecista solitario se parte de risa. No se enteran. Y en la segunda por la izquierda están dos señorones de derecha que aconsejaron un trato duro pero firme.

             En cuanto a San Juan de Dios, que es un modelo de represión, yo no firmé para entrar. El hermano Fermín me cogió la mano y trazó él mismo un garabato. Qué se habrá creído éste. Quiere leer.

             Sí, haciendo piruetas en el Ritz. Y planteándome las inusitadas e interesantes interrogantes de la etiqueta. Tanto la pobreza extrema como la extrema riqueza me interesan. Las dos atacan frontalmente a la clase media. Sus certidumbres, sus pesadas garantías. Cómo lo social se convierte en Dios.

             No hay que dejar salir mucho esperma. La impresión es demasiado familiar. ¿Te das cuenta de cómo las otras visiones de París suenan a hueco ?

                Lo ideal son tres folios, para magnetizar bien. Luna Nueva. El jardinero se cuelga en mitad de su lugar de trabajo, en su Arcadia Feliz. Es otro planeta, mundos que no se tocan. Pero si te tocan te atraviesan. Mi deseo principal, por ejemplo, es hablar de pintura. Hoy he realizado dos pequeñas acuarelas. Aparentemente débiles. En todo caso reminiscentes. Esa debilidad o ese vacío que dejan entrar en modo cansado, en modo enfermo, los vigores o plenitudes del pasado. Me encuentro muy cerca, en mi torpor, en mi apatía, del estado de quietud del alma que tanto encomiaba Miguel de Molinos. Puedo comprender que es la calma después de la tempestad. O la paz tras la oscuridad de Dios, tras las sequedades del alma.
                Berthe me anima a que escriba acerca de mis tintas chinas. Lo que hubiese que decir temo que fuese servido, delante de las imágenes, en la envoltura mínima de un telegrama. Lo mejor es hablar con alguien, ante la imagen. Sin la identidad de un público, la temática de mis tintas chinas permanece no identificada. Alarmante como los Objetos Volantes No Identificados.
                Siguiendo el camino del dossier que Berthe ha preparado, encuentro en primer lugar los trabajos a lápiz de color. Y el primero que aparece es mi « autorretrato como gato travesti ». Ciertamente caminé, mientras lo pintaba, sobre los altos tacones de unos zapatos de mujer. Tenía un espejo de cuerpo entero y otro a ras de suelo solamente para los zapatos. En la omnipotencia de poder convertirme en mujer, de suplantar, como Mercurio con Sosias, la identidad de la mujer, había sin duda algo de la omnipotencia de la Ciencia. Se me aparece en ese sentido el doblete de color azul y rojo, alrededor de mis vaqueros blancos, comprados en una boutique de la calle Zapatín, como una reminiscencia de las láminas en que se muestra la circulación de la sangre, venas en azul y arterias en rojo. El tema del poder, como fuerza productiva, vuelve en el seno de mujer que lanza chorros de leche.
                ¿Qué significa el disfraz de gato ? Las orejas y cola de gato abundan en la idea de travestismo, por ser un travestismo a su vez, de lo femenino. La mujer se quiere felina, en la parada nupcial. En una boda conmigo mismo, es decir, con el Hombre, a través de la imagen, es necesario que ambos, yo y mi imagen, seamos felinos.
                La camisa con rayas italiana es mi camisa favorita, comprada junto a los vaqueros blancos. La llevé puesta en Miami, Washington y Atlanta.

                El culto fetichista de la orina, sobre el que volveré a hablar, está sublimado nuevamente en el Retrato de la madre de San Agustín. Se trata de una puesta en escena bastante libre del fantasma ya tratado en mis dos primeras novelas. De forma concreta, una frase de Pleroma a propósito de la orina está inscrita al pie de las dos figuras. El ambiente filosófico o gnóstico de la novela está sugerido por sinergia con lo que pudiese poner en escena las Tentaciones de San Antonio de Flaubert : la gran ciudad, babélica, sea por sus rascacielos o por una fachada inspirada de las ruinas de Petra. Las alas angélicas como de águila sugieren que la de la mujer con su amante es una relación con el espíritu. Se trabaja sobre el anhelo de espíritu en el alma. La madre de San Agustín es el alma o sabiduría inmiscuida en el universo de materia. El padre de esa cópula estéril, por desviada, viene a sacarla del universo, es el espíritu creador que recoge en sus manos la orina o materia del pensamiento. En cuanto al título « Madre de San Agustín », viene dado por el nombre, Mónica, de una de las diversas pisseuses de la novela.

                Estoy bastante contento con ese cuadro a lápiz de color. Hay referencias sutiles al libro hebreo de Henoch en la forma en que está dibujado el maquillaje y la ropa interior. A mi manera, calipigia, ella es también una pink lady como las de Tadanori Yokoo. Me gustan también los montes esbozados, que me hacen pensar en Pierre Klossowski. El cielo con sus nubes retorcidas es un homenaje involuntario a Giorgio de Chirico. De la misma manera que la silla, sugiriendo que el exterior es en realidad un interior, pudiera hacer pensar en la pintura metafísica de este último. El conjunto es propio, de alguna manera, a los años treinta, por su peculiar visibilidad.

                Me es dificil desligar « La Samaritana » de la aproximación que hizo Michel Tardieu en el Collège de France a la polémica a tres entre judaísmo ortodoxo, samaritanismo y paganismo platónico en tiempos de Juliano. No obstante el cuadro es anterior al curso de Tardieu. Nace de un pequeño dibujo a pluma. Me interesaba por ser uno de los episodios del evangelio en el que Cristo tiene una relación particular con una mujer. Como en el precedente cuadro, fueron necesarias al menos dos sesiones de pose. La carnalidad es interesante y el rostro y peinado de una y otro es lugar para el refinamiento. Hacer hasta las pestañas. De todos los lápices de color, yo diría que es éste mi preferido.


                Evidentemente todo esto viene a ser un autoanálisis fragmentario, más que un discurso sobre la pintura, o siquiera un discurrir acerca de mis temáticas. Intentaré ser más objetivo con el tercer lápiz de color : « Amazona ».
                Hay una calidad de catacumba que viene dada por la idealización o estilización en modo popular del cuerpo de mi modelo. El aspecto bárbaro de la irrupción del cristianismo en Occidente. Por eso lo considero catacumbal. También puede ser semita o arabizante. En todo caso, por lo que toca a su manera de haberse hecho, esculpiendo con el lápiz de color, adoptando una posición fetichista, tiene lugar, por la renuncia al saber hacer del artista clásico, la misma inversión de roles que predican Sacher Masoch y las feministas radicales. La forma ha entrado en total sintonía con la idea de representar una amazona. Aunque la tendencia a hacer mujeres anchas de hombros es algo que vuelve en mi trabajo. El personaje masculino, durante este proceso, se ve transformado en árbol, nueva inversión de papeles respecto a la fábula de Dafne. En el colmo de su metamorfosis, eyacula, como en ese goce vegetal propio al papel o al texto.

                Sospecho que existe un vínculo con la tradición cristiana, en esta Amazona. El personaje masculino pretendía ser Baudelaire. En la línea de las preocupaciones religiosas, heterodoxas a priori, de Baudelaire habría seguramente algo que decir acerca de Eva, como doble del varón y como dimensión divina del sexo de la mujer. Además, mi modelo también lleva ese nombre. O sea, si el hombre es una imagen de Dios, la mujer en el Génesis es a su vez definida como una imagen del Hombre. Por oposición a la vampiresa, Lilith, que es en tanto ángel caído imagen de Dios. Una mujer andrógina, con una pizca de virilidad, como la mujer de los años veinte o las amazonas puede hacer compañía al Hombre Primordial, sin ponerlo ante el abismo maléfico de un incesto con su Creador.

                Prosigo el ordenamiento de mi dossier. « Pareja en sillón azul ». Con este autorretrato de pareja alcanzo una tensión interesante. Surrealismo, por lo que toca a la invención o diseño de un sillón inexistente. Nuevamente fetichismo en el primor o ingenuidad con que son laboriosamente trabajados el busto y el rostro. La fantasía de estar desnudo frente al público. La divinización de Berthe a través de una imagen que se reconforta a sí misma, cruzando las piernas. Mismo aspecto, sepulcral, que los dos anteriores. La imagen como gemelo místico de lo real, como garante de la identidad del cuerpo en el instante. El cuadro cobra sentido en su exposición física ante el público.

             Como el crecimiento de órganos respiratorios, o sexuales, en el reino vegetal, el cuerpo humano en esos dibujos sigue una fortuna de la felicidad en aumento en cada extremidad definida. De esa manera, los pies pueden calzar un zapato tipo, femenino, del neutro color del papel, munido de tacón, en sintonía con el astrágalo del tobillo.


* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.