La muñeca

Lo primero que hacía Arizmendi cuando despertaba era curucutear los pezoncitos de Belén hasta que estuvieran duros como pepitas de agraz, y esperar a que Belén se arrimara calientita y lo besara. Lo segundo darle un grito. Al comienzo le había dicho frases llenas de improperios, después la fue despreciando con palabras bien concretas, perra, puta, minusválida, cretina, casquivana, farnofélica, bulímica, ninfómana. Y se paraba de inmediato de la cama y dejaba el desayuno sin probar. Belén, que luce tan linda con el cabello violeta y su uniforme de aeromoza, hizo una muñeca de trapo de tamaño natural que tuviera su silueta brasilera, y le puso en los pezones dos perlitas y unas orejas enormes y la acuesta al lado de él. Desde entonces cada vez que Arizmendi se despierta se le arrima a la muñeca y le acaricia las perlitas y tiene sexo con ella y le grita perra, puta, minusválida, cretina, casquivana, farnofélica, bulímica, ninfómana. Y se levanta de la cama y le da los buenos días a Belén devotamente y se come el desayuno. En la torre de Pompeya se asegura que Arizmendi está de nuevo enamorado.

* Escritora de pocas palabras nacida en Barranquilla, Colombia. El relato breve es su territorio. No ha publicado libros, aunque ha escrito tres. En la "Torre de Pompeya", "Hombre Macho y mujer Hembra con cierta dificultad para entenderse" y "Ligeras Historias". Además de numerosos cuentos que ya están por ahí, de boca en boca. Algunos pueden leerse en su blog.