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El canto de la tierra

¿Qué importa el apocalipsis?

Un sonido solo puede ser un poema

en la flema del signo de piscis

y en el de acuario que canta al oído.

El texto alemán es de un sólo poeta

pero los poemas originales chinos

son de diferentes autores.

La misma mujer misteriosa

está en la voz de la flauta y de la contralto

¿o qué secreto hace llorar tanto a Mahler

en esa traducción de los clásicos?

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Todo es nuevo, yo siento

se podría decir la adolescencia

que se repite (equívocos,

primeras veces, el frío

y el calor...)

Escribamos poesías, pronto

decenas de años habrán pasado,

y usted conservará la cadencia altana,

pero las palabras de este sol :

canción perdida.

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Ella le dice llena de fé

en su sueño angelical

que se acerca la primavera

que París ya no será igual.

Habrá tanto que improvisar

en el teatro del juicio final que lo espera

(la medicina y el placer, la mujer de tabaco y la china)

para que ella le quiera mañana.

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Te deseo una buena noche,

tienes mi mano para espantar los murciélagos

que hacen miserias al elefante.

Y pienso en tu perrita que es tan vieja,

y siento la música del tiempo en su soplo.

He perdido el texto de la mirra,

he tenido que vaciar todo en mi célula,

una selección habría sido el infierno.

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La era de acuario comienza intensamente

y los espíritus críticos se asemejan

al conspirador murmullo de las brasas

que antes de que amanezca

en el perfil del silencio

sueñan con incendiar el edificio

del tiempo.

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* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.

Women having a pee

Voy a soltar cualquier barbaridad, es lo que mejor funciona conmigo. No tengo tiempo de reflexionar si además de escribir quiero vivir. Es como el sueño que arrancamos a la noche cuando nos viene un desmayo de día. Todo eso que no dio tiempo en medio de la excitación y de los cambios drásticos de rutina. Un amigo mío hizo la prisión, y me ha abierto los ojos. Por un pelo. Por un pelo te meten en el talego. Por un pelo te vuelves loco, como esos clientes que tuve que contaban cada uno su historia de pelos púbicos o de menstruos en el café de por la mañana. Eso les pasa por no desayunar en el bar. Y aún en algunos bares te encuentras esos aliños, si eres hombre sensible. Hay en ello para mí un vínculo social muy fuerte, cuando la magia negra interviene en la magia del artista. Estar sometido, por medio de la suciedad, al orden del cosmos, que significa orden y belleza en griego, y de donde viene cosmética. Una amiga me ha enseñado los pies con unos zapatos de mucho tacón de aguja, sofisticados y posiblemente muy caros, con una ropa en la que yo no sé distinguir la distinción segura. En todo caso alta costura por un pelo.


Esta amiga se cachondeaba mucho de mi uso de la terminología budista. Seguro que ha sido budista, siquiera sea en cabeza ajena. Y lo hizo delante de un colega al que van a editar. Parece ser que para pronunciar "la dharma" hace falta un poso especial en el estilo. Pero ella me palmeaba desde su taburete, París está sirviendo de algo. Se parten de risa conmigo, mis amigos. Apenas sé cuatro cosas de sus vidas. Que ella está marcada con metal candente en lo poco que he visto de su cuerpo, que él debe publicar con pseudónimo. Que me han contado todo y me lo callo. Que hay que evitar la ideología y que hay una moda del escritor delincuente. Una nueva edad de oro de venta en joyerías y en el contexto confidencial de la vanguardia. Aquí todos los que trato parecen conocer a fondo la vanguardia.


Tengo una pareja a la que adoro y que posa para mí como yo quiero. Tiene sus gustos, y es capaz de provocarme una depresión de varios meses si pinto mal. ¿Pero qué es pintar mal? Ustedes seguro que encontrarían estupendos esos cuadros descaminados, simplemente porque yo engatuso a la gente y les puedo hacer sentir el sabor de perderse. Porque cuando encuentro el público todo les interesa, porque hay mucho de fascinación en mi trato y en mi trabajo. Eso es bueno, llevo meses sin hacer óleo y sólo dibujando porque espero que alguien me compre el cuadro que provocó la crisis.


El cuadro de la meada o lluvia dorada tiene sus puntos buenos. Al amigo escritor le ha recordado no sé qué reminiscencia de la literatura católica homosexual. El fantasma es el mismo que en las versiones a tinta y a acrílico. Mi pareja que orina sobre mí.


Sí, es mi puesta en escena frontal del sexo femenino. La vulva en eclosión. La mujer que da. Sí, cualquier barbaridad es buena en pintura. Píntalo y serás feliz. Un chavalín colombiano me dijo que yo tenía que pensar en mi pareja para pintar, y representar en el cuadro todo lo que pudiera hacerme sentir culpable. Los colores están como nunca, un no sé qué bizantino, quizá el exceso o el lujo, ya que son colores al óleo muy caros y vistosos. El dibujo de las dos figuras es vigoroso, inconcluso en la figura masculina, emborronada de gris y azul, para contrastar con los tres tonos amarillos que fluyen sobre él. Varios cinabrios.


Es normal que ese cuadro agotase todo lo posible. Me salvó la Semana Santa, que pasé recogido y aislado, y que me preparó para la extrema actividad del dibujo todas las noches, y de los complejos dispositivos que eran tan nuevos para mí. Escribí mucho en francés en esa época, en carne viva, y conocí gente por internet. Empezó a importarme poco toda la historia del éxito y me solté. No era nada espabilado antes, me parecía que el éxito era como una condecoración que se espera desinteresadamente. O bien, si te pones, algo directamente innoble que yo debía evitar. Bueno, todo eso en lo gordo no ha cambiado, sigo siendo el mismo, pero desde Semana Santa me siento más suelto.


El que pierde la vergüenza debe esconderse y hablar en susurros. Mi amiga de antes ha sido internada en el hospital psiquiátrico y la de ahora está pálida de que vive de noche y no le da el sol. Mi pareja tiene los ojos azules, los labios siempre ligeramente entreabiertos y ofreciendo su helado de pulpa. Sus senos son perfectos desde el punto de vista actual, no caen, flotan en una juventud inmaculada y el topless les sienta bien. Pero lo que me excita poner en el cuadro es toda la carne prieta y torneada que va desde el plexo solar al ombligo y que se bifurca en la cintura para modelar por detrás un culo espléndido. ¿Me entusiasmo solo o están ustedes siguiéndome?


Mi pareja es una mujer discreta y perfeccionista que me ha ofrecido muchas comodidades a partir de muy poco, por su tenacidad. Su obra exige subir el tono de un disco de Mahler, o mejor de Bartok. No, de Mahler. Subirles el tono a los genios para poder negociar el futuro, el futuro del Arte. Conozco su obra escrita de oídos, porque me la han contado ella y la gente que conoce su trayectoria. Su obra fotográfica ha sido objeto de mi apreciación en la redacción de un inventario que es al mismo tiempo un poema inacabado. Se divide en capítulos que son cada plancha de contacto. Antes se podía consultar, pero lo han censurado, es largo de explicar, quizá lo ponga en el blog. Lo pongo en la rúbrica "cat people". Sí, por los gatos y por la película de Jacques Tourneur. Pero no he subido el tono ni de Mahler ni de Bartok, no me gusta hacer lo que escribo. Si no, lo más lógico siendo consecuente sería hacer cualquier barbaridad. Una catástrofe, como le decía ayer en la puerta a mi amiga de los tacones de aguja. Una gran carcajada masculina se oía detrás de la cortina de entrada. No era cuestión de pasar, yo me había programado. Siempre es el vértigo, y yo, en el fondo me digo ¿por qué no? Por qué no sentir el vértigo y luego enlazarme con mi pareja un rato, acariciar fuertemente sus pies por el talón, por la planta. Ella lee el español y le envío un saludo y un beso, para cuando se despierte por la mañana, o cuando tenga tiempo y ganas de leer lo que yo escribo. Je te remercie, petite. Je t'aime. Mi paloma, mi loba, mi gacela, aquí estaba yo mientras dormías, hablando de ti. ¿Te das cuenta? En público, porque soy artista. Como lo hizo ya Diógenes. Antes no estabas preparada para leerlo, este blog de contornos obscenos, a la manera de algunos surrealistas, no al menos de una forma tan explícita, y tan dejada al azar.


Debe ser la influencia de mis amigos y amigas, y de mis mecenas, todo mezclado con mi capacidad cínica para la metamorfosis. Me he pasado la vida volviéndome artista.


* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.

Nerón murió asesinado en mayo del 68

El saber de la tela es una fruta podrida o aliñada por brujas que tanto en la tela del cuadro nos impide la negritud (la tela tiene su dossier) como en la tela virtual nos impide la belleza de la memoria.

Lo pienso todo como pintor, así que equivoco las palabras, pero basta invertir el cuadro para comprender que no es abstracto, sino concreto, lo que pienso lo vivo, sólo que no está escrito en el escrito de la consciencia.

Un pensamiento para Georg Baselitz.

El saber de la tela es inconsciente, surge de la sombra, y no de la labrada luz de la vida consagrada a esos objetos sacramentales que son los libros.

De todas formas esas brujas que nos engañan en la apariencia son las hijas de las musas, y a la vez son más arcaicas que ellas, han salido a las abuelas. Podemos en toda confianza seguirlas en lo desconocido, cada día será distinto, especialmente si practicamos la pintura. Ellas harán arder nuestra torpeza con las revueltas del zorro y de la salamandra inventiva.

A veces sale más fácil despachar a Dios con un libro de autoayuda china yanquee que con la obra morosa de Santa Teresa. ¿Por qué no? El castillo interior del pensamiento positivo. Pero empieza a excavar en el patio del castillo, en el suelo de lo positivo, y encontrarás a todos los prodigiosos esqueletos que están en Dios, de huesos de jade y oro, de pellejos ventrales que han conocido la posteridad, un libro blanco de hinduismo con prefacio de Madeleine Biardeau, una serie de poemas de Lao Tsé, de Tchuang Tsé, o de Ucoc recitados por él mismo. Sutras diversos, el método Ruchpaul, el propio Octavio Paz, mejicano que vuelve de la tierra del ascetismo con las manos abiertas. Un catecismo maniqueo en Chino traducido por Nahal Tajadod, una trilogía monumental de un español, Ignacio Gómez de Liaño, que soporta sobre sus espaldas la invención y los repertorios de tanta sabiduría.

Soy parte del invento, no tengo más que pasar dentro, ¿qué hago fumando bajo la nieve?


* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.

Migas

Mis "miettes" o migajas las pienso de forma singular en uno u otro idioma, francés o español. Nunca o casi nunca las traduzco. Las que están en francés se quedan así, y cuando hago algunas en español son siempre nuevas. Son intraducibles en la medida en que es el sonido de las ideas el que hace que una u otra lengua cristalicen así. Haría falta un traductor de una mecanicidad perfecta, etimológica y aún de una etimología propia tanto a la parte como al todo. Es imposible darles otro cuerpo que el que tienen, de la misma manera que puede ocurrir con las greguerías de Gómez de la Serna.

On gagnerai beaucoup à envisager l'addiction à un blog sous le mode de la névrose obsessionnelle, qui s'enracine dans l'enfance tout comme le trouble schyzo-typique que vous avez pointé plus haut. N'est-ce pas qu'une cérémonie celle de l'agression verbale ritualisée, ou de la parade devant le miroir et voilée par une Toile, le blog ? Et après tout, il faut compter que la névrose à été banalisée jusqu'à disparaître de la Médecine, tandis qu'au début du siècle passé elle était raison suffisante pour envoyer quiconque en asile, de même que l'ivresse.

En las repeticiones hay que corregir, si uno quiere, siempre la segunda mitad, aunque aparente mayor propiedad. Y digo "si uno quiere", porque ciertas palabras que repetimos, como por ejemplo "cosa", no sólo son más espontáneas que sus sinónimos respetables, sino que son más verdad, dan cuenta del engranaje de las ideas. No es así con las exclamaciones, que nunca he considerado ciertas ni escritas ni habladas, no hay cosa más falsa y más inestética en tipografía que el signo de exclamación.

Si tenemos pobreza de ideas, debemos darnos por satisfechos. Pagar los servicios de un corrector de estilo es querer ser lo que no se es. Pobres peluqueros de la lengua, ellos son más miserables que el señorón de la inopia que te dicen a ti que eres. Si el profesor de lengua es un escritor frustrado (antes o después), el corrector de estilo es un profesor frustrado.

...

Un día se encerrarán en jaulitas en el salón a los liliputienses pornográficos.

Ella se enfada conmigo porque estoy más enamorado de la Luna.

He comprado el más caro del supermercado, pero aquí en Paris no se puede encontrar un salchichón tan bueno como el de España. El único que se puede comparar es el que B. trae de casa de sus padres.

Nuestra cámara de ecos está profanada por la fanfarria de una televisión que no entendemos.

Creerse Cristo era lo más normal en ese hotel, los personajes más notables se creían Calígula o Hitler.

No hay mejores amigos en el mundo de los locos.

El cine americano era una forma de teatro, mientras el europeo se parecía a un libro de pintura moderna.

El hijo del maldito es el mundano.

El poeta es ese señor que hace libros que nadie compra, los demás son mundanos exhibicionistas. Es como la llamada de una madre, la voz de la musa, no se permite el impudor.

Se ha querido hacer un himno al hombre normal y se ha comenzado a rebuznar de ignorancia. El himno poético es himno de pocos.

Nos duele morirnos porque representamos nuestro papel. El que se ha quitado la máscara sólo quiere desaparecer.

Je ne suis un mondain, mon art est ambitieux parce qu'il est petit bourgeois.

Todo pensamiento crítico, progresista o reaccionario, se podría resumir en un libro que se llamase "Escritos sobre la mierda". Esa es la prueba del origen anal del razonamiento. Retención o incontinencia. Estreñimiento o diarrea, en la vida propia del artista. El vómito viene después, con el pensamiento contemplativo.

El buen ladrón es el personaje sobre el que medita el hombre normal, el pensamiento de Judas, así como el mal ladrón, o el del propio Cristo son el pensamiento del mundano y del aristócrata.

Mis padres han puesto todos sus deseos en mí, y me han hecho un pequeño genio que tiene miedo de desilusionarlos.

Yo me negaba a combatir en los bailes de viaje de estudios, el autismo es el resorte oxidado del malditismo. Chicas que no estaban mal dormían con la cabeza entre mis piernas en el autocar.

Siempre he bailado para mí mismo, convulsivamente, entre los senos del universo, como en la primera visita al burdel. La atlética señora reía a pata suelta, agarrada a los barrotes de la cama.

Me he equivocado de día, eso es. Mi amigo no está en el restaurante. Guión de un suicidio.

El hasid en el burdel escribe.

Il y a trois crucifixions, le bon larron, le mauvais et puis celle du Christ, qui est le seul à avoir le cote percé. Ce fut une blague tres propre à son humour evangélique de cracher de l eau avec le sang par la blessure.

J ai tué l araignée du soir. Mes mains sont des marionnettes qui écrivent.

Ni me gusta el cantante de Police de turista en NY, ni Lorca en el mismo plan. Son una tortura y no tengo fuerzas para bajarles el volumen.

Es preferible no salir del armario a terminar en ese salón de prima donnas.

Une véritable paranoïa, la nuit. Il semble que je suis pas assez honorable pour écouter FIP. Il m'administrent du classique comme à James Stewart dans Vertigo. Je me sens crever à ces pianottements anodins. Ils ont fait quelque chose aux antennes pour que FIP n'arrive pas à mon atelier. Si ce n'était pas que je sais que j'ai cette pensée en délire pour pouvoir être original dans ce que je raconte, je serais fou. Figure de tonnerre...

...

Días fastidiosos para un aristócrata.

Siempre soy póstumo a mí mismo.

La lesbiana tiene una familiar repugnancia por los hombres, como el sabio.

El maestro irónico es un grado de la ignorancia.

El psicoanalista es un comerciante de la benevolencia.

El eclesiástico mundano de izquierdas, matizada aportación española a la vida cultural mundial.

Tu vas te rendre compte que le siècle sera un millénaire en prises avec l`Islam, si cela n´est pas de la stabilité...

Cuando las opiniones son artísticas...

Con internet se comprenderá el refinamiento de un analfabeto.

Lo escrito a mano se considerará lo impensable, una historia mediúmnica.

Amor de clases.

La izquierda será religiosa, y no habrá derecha.

Cuando se convierte en decider el periodista tiene la lengua de trapo.

El pintor que se vuelve más frágil que el músico necesita escribir. El pintor de domingo, como el trombón de una banda de música, es sólido y vive bien. ¿Para qué escribir?

El placer siempre supone correr un riesgo. No era tan disparatado asimilarlo al pecado.

Soy un viejo cascarrabias enfadado con sus mejores amigos.

En las zonas mixtas, has de ser bella para que un caballero te ceda el paso en la cola.

Antes de la llegada del ordenador, el hombre era aún la inteligencia de la máquina, la apartaba del fuego, la hacía girar, etc.

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* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gartuitamente su novela Pleroma aquí.

Bar H

Cuatro y pico de la mañana. No consigo dormir. Esta noche me tomé el café más caro de mi vida. Veinte euros en el hotel Ritz, de la place Vendome. Para colmo he vomitado la copiosa cena que tomé en la Closerie des Lilas, justo antes de ir al Ritz. Julia Kristeva va mucho por allí, digamos que es un sitio de intelectuales ricos y algunos actores y músicos. Me pregunto qué me pudo sentar mal. No estoy acostumbrado a beber vino en todo caso.
             Mi tía me estuvo diciendo que hago los mismos gestos, y tengo las mismas gafas, que Peter Sellers.
             Yo no sé si es el yoga, pero realmente consigo parar el pensamiento. Estaba allí, en medio del lujo, y me parecía como si hubiese vivido toda mi vida entre algodones.
Incluso me pude permitir estar pensativo.
             Cuanto más tarda el reconocimiento más se prepara uno. Nadie es profeta en su tierra. Me había planchado la camisa yo mismo. Me había cosido solo el botón del pantalón. Y entraba en esos templos de la fama con una gran sonrisa.
             Bartrihari, el poeta indostánico, dice de Lakshmi, la diosa de la riqueza, que es voluble como una prostituta, en el sentido de que no es fiel. Pero se puede hacer la otra lectura, algo transversal, de que esa diosa, nacida de un océano de leche, está al alcance de todos, con tal de pagarle la sesión.
             Desde que voy a psicoanalizarme tengo una simpatía creciente por las prostitutas, con su dignidad remendada, y sus mentiras piadosas, porque tienen, al igual que la diosa indostánica, mucho de terapeutas.
             El encuentro, pues, con la riqueza extrema, funciona como purificación, como purgativo, y es como el breve favor de una rubia venal. El arte se convierte en acción de gracias. Infinitas gracias. Desde la infancia los dibujos que querían gustar, que buscaban confortar....

             Feliz Navidad a todos. No, no voy a mirar las señoritas de la pornografía para descongestionarme. Antes tengo cuatro palabras que decir. Aunque me amanezca. Hay que aprovechar todos los foros de expresión. No sé por qué, a mí sólo se animan a publicarme cuando escribo decididamente panfletario. Probablemente me utilizan, para servir no sé muy bien a qué intereses obstusos. Toda bohemia cumple una función análoga a la del terrorismo, perennizar el estado policial.

             ¿Sabes que sirven el agua del grifo con rodajas de pepino ? Frescor amargo. Todo un planteamiento de la mujer. He pensado mucho en ti. Con esa forma intempestiva de imponer algo de melancolía, pero formal. Sin caerse de la silla.

             Realmente, si no miro las señoritas de la pornografía no es porque la literatura o el Bar H me parezcan importantes. Han intentado entrar en mi casa, por la ventana, y se me cortó totalmente la libido. Me di cuenta porque se les cayó la escalera estrepitosamente. Y Berthe y yo estábamos culeando con fuerza cuando el ruido nos paró en seco. Ahora ella duerme. Por cierto que también en el Albaycín ponen a veces el gazpacho a precio de hotel. Es que ustedes no dijeron que lo quisieran en vaso. Sin derecho a tapilla. En la mesa de la derecha un ajedrecista solitario se parte de risa. No se enteran. Y en la segunda por la izquierda están dos señorones de derecha que aconsejaron un trato duro pero firme.

             En cuanto a San Juan de Dios, que es un modelo de represión, yo no firmé para entrar. El hermano Fermín me cogió la mano y trazó él mismo un garabato. Qué se habrá creído éste. Quiere leer.

             Sí, haciendo piruetas en el Ritz. Y planteándome las inusitadas e interesantes interrogantes de la etiqueta. Tanto la pobreza extrema como la extrema riqueza me interesan. Las dos atacan frontalmente a la clase media. Sus certidumbres, sus pesadas garantías. Cómo lo social se convierte en Dios.

             No hay que dejar salir mucho esperma. La impresión es demasiado familiar. ¿Te das cuenta de cómo las otras visiones de París suenan a hueco ?

                Lo ideal son tres folios, para magnetizar bien. Luna Nueva. El jardinero se cuelga en mitad de su lugar de trabajo, en su Arcadia Feliz. Es otro planeta, mundos que no se tocan. Pero si te tocan te atraviesan. Mi deseo principal, por ejemplo, es hablar de pintura. Hoy he realizado dos pequeñas acuarelas. Aparentemente débiles. En todo caso reminiscentes. Esa debilidad o ese vacío que dejan entrar en modo cansado, en modo enfermo, los vigores o plenitudes del pasado. Me encuentro muy cerca, en mi torpor, en mi apatía, del estado de quietud del alma que tanto encomiaba Miguel de Molinos. Puedo comprender que es la calma después de la tempestad. O la paz tras la oscuridad de Dios, tras las sequedades del alma.
                Berthe me anima a que escriba acerca de mis tintas chinas. Lo que hubiese que decir temo que fuese servido, delante de las imágenes, en la envoltura mínima de un telegrama. Lo mejor es hablar con alguien, ante la imagen. Sin la identidad de un público, la temática de mis tintas chinas permanece no identificada. Alarmante como los Objetos Volantes No Identificados.
                Siguiendo el camino del dossier que Berthe ha preparado, encuentro en primer lugar los trabajos a lápiz de color. Y el primero que aparece es mi « autorretrato como gato travesti ». Ciertamente caminé, mientras lo pintaba, sobre los altos tacones de unos zapatos de mujer. Tenía un espejo de cuerpo entero y otro a ras de suelo solamente para los zapatos. En la omnipotencia de poder convertirme en mujer, de suplantar, como Mercurio con Sosias, la identidad de la mujer, había sin duda algo de la omnipotencia de la Ciencia. Se me aparece en ese sentido el doblete de color azul y rojo, alrededor de mis vaqueros blancos, comprados en una boutique de la calle Zapatín, como una reminiscencia de las láminas en que se muestra la circulación de la sangre, venas en azul y arterias en rojo. El tema del poder, como fuerza productiva, vuelve en el seno de mujer que lanza chorros de leche.
                ¿Qué significa el disfraz de gato ? Las orejas y cola de gato abundan en la idea de travestismo, por ser un travestismo a su vez, de lo femenino. La mujer se quiere felina, en la parada nupcial. En una boda conmigo mismo, es decir, con el Hombre, a través de la imagen, es necesario que ambos, yo y mi imagen, seamos felinos.
                La camisa con rayas italiana es mi camisa favorita, comprada junto a los vaqueros blancos. La llevé puesta en Miami, Washington y Atlanta.

                El culto fetichista de la orina, sobre el que volveré a hablar, está sublimado nuevamente en el Retrato de la madre de San Agustín. Se trata de una puesta en escena bastante libre del fantasma ya tratado en mis dos primeras novelas. De forma concreta, una frase de Pleroma a propósito de la orina está inscrita al pie de las dos figuras. El ambiente filosófico o gnóstico de la novela está sugerido por sinergia con lo que pudiese poner en escena las Tentaciones de San Antonio de Flaubert : la gran ciudad, babélica, sea por sus rascacielos o por una fachada inspirada de las ruinas de Petra. Las alas angélicas como de águila sugieren que la de la mujer con su amante es una relación con el espíritu. Se trabaja sobre el anhelo de espíritu en el alma. La madre de San Agustín es el alma o sabiduría inmiscuida en el universo de materia. El padre de esa cópula estéril, por desviada, viene a sacarla del universo, es el espíritu creador que recoge en sus manos la orina o materia del pensamiento. En cuanto al título « Madre de San Agustín », viene dado por el nombre, Mónica, de una de las diversas pisseuses de la novela.

                Estoy bastante contento con ese cuadro a lápiz de color. Hay referencias sutiles al libro hebreo de Henoch en la forma en que está dibujado el maquillaje y la ropa interior. A mi manera, calipigia, ella es también una pink lady como las de Tadanori Yokoo. Me gustan también los montes esbozados, que me hacen pensar en Pierre Klossowski. El cielo con sus nubes retorcidas es un homenaje involuntario a Giorgio de Chirico. De la misma manera que la silla, sugiriendo que el exterior es en realidad un interior, pudiera hacer pensar en la pintura metafísica de este último. El conjunto es propio, de alguna manera, a los años treinta, por su peculiar visibilidad.

                Me es dificil desligar « La Samaritana » de la aproximación que hizo Michel Tardieu en el Collège de France a la polémica a tres entre judaísmo ortodoxo, samaritanismo y paganismo platónico en tiempos de Juliano. No obstante el cuadro es anterior al curso de Tardieu. Nace de un pequeño dibujo a pluma. Me interesaba por ser uno de los episodios del evangelio en el que Cristo tiene una relación particular con una mujer. Como en el precedente cuadro, fueron necesarias al menos dos sesiones de pose. La carnalidad es interesante y el rostro y peinado de una y otro es lugar para el refinamiento. Hacer hasta las pestañas. De todos los lápices de color, yo diría que es éste mi preferido.


                Evidentemente todo esto viene a ser un autoanálisis fragmentario, más que un discurso sobre la pintura, o siquiera un discurrir acerca de mis temáticas. Intentaré ser más objetivo con el tercer lápiz de color : « Amazona ».
                Hay una calidad de catacumba que viene dada por la idealización o estilización en modo popular del cuerpo de mi modelo. El aspecto bárbaro de la irrupción del cristianismo en Occidente. Por eso lo considero catacumbal. También puede ser semita o arabizante. En todo caso, por lo que toca a su manera de haberse hecho, esculpiendo con el lápiz de color, adoptando una posición fetichista, tiene lugar, por la renuncia al saber hacer del artista clásico, la misma inversión de roles que predican Sacher Masoch y las feministas radicales. La forma ha entrado en total sintonía con la idea de representar una amazona. Aunque la tendencia a hacer mujeres anchas de hombros es algo que vuelve en mi trabajo. El personaje masculino, durante este proceso, se ve transformado en árbol, nueva inversión de papeles respecto a la fábula de Dafne. En el colmo de su metamorfosis, eyacula, como en ese goce vegetal propio al papel o al texto.

                Sospecho que existe un vínculo con la tradición cristiana, en esta Amazona. El personaje masculino pretendía ser Baudelaire. En la línea de las preocupaciones religiosas, heterodoxas a priori, de Baudelaire habría seguramente algo que decir acerca de Eva, como doble del varón y como dimensión divina del sexo de la mujer. Además, mi modelo también lleva ese nombre. O sea, si el hombre es una imagen de Dios, la mujer en el Génesis es a su vez definida como una imagen del Hombre. Por oposición a la vampiresa, Lilith, que es en tanto ángel caído imagen de Dios. Una mujer andrógina, con una pizca de virilidad, como la mujer de los años veinte o las amazonas puede hacer compañía al Hombre Primordial, sin ponerlo ante el abismo maléfico de un incesto con su Creador.

                Prosigo el ordenamiento de mi dossier. « Pareja en sillón azul ». Con este autorretrato de pareja alcanzo una tensión interesante. Surrealismo, por lo que toca a la invención o diseño de un sillón inexistente. Nuevamente fetichismo en el primor o ingenuidad con que son laboriosamente trabajados el busto y el rostro. La fantasía de estar desnudo frente al público. La divinización de Berthe a través de una imagen que se reconforta a sí misma, cruzando las piernas. Mismo aspecto, sepulcral, que los dos anteriores. La imagen como gemelo místico de lo real, como garante de la identidad del cuerpo en el instante. El cuadro cobra sentido en su exposición física ante el público.

             Como el crecimiento de órganos respiratorios, o sexuales, en el reino vegetal, el cuerpo humano en esos dibujos sigue una fortuna de la felicidad en aumento en cada extremidad definida. De esa manera, los pies pueden calzar un zapato tipo, femenino, del neutro color del papel, munido de tacón, en sintonía con el astrágalo del tobillo.


* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.

Sobre los autorretratos en el infierno (2)

« Vamos a pasar por un pasadizo subterráneo, pero lo que te interesa a ti es conocer. Puedes tener confianza en tu guía. Tienes mis palabras para acordarte. Tu baza es que eres como eres. No tengas miedo. Mucha mierda, mucha podredumbre cae desde el techo. El mundo de las ideas nos tira sus basuras, sus huesos o mendrugos = haremos como si fuese maná. A pesar de que estoy hecho como de silencio, me he hecho para ti, esta noche, de palabras. Mira tu mujer, allí, bañándose… »

Berthe, en la gran extensión de la cueva, es vista al fondo nadar en un lago sin riveras.

El espacio de este taller es el de un mundo subterráneo, pero suspendido en relación a cierto fuego, ES CICLOPEO. Es ciclópeo y supone una extensión como la de una sartén que hubiese cubierto los Campos Elíseos. Sobre la superficie de esta sartén saltamos, vamos y venimos, mi antepasado, mi amiga francesa, y yo. Sus telas están pintadas con grasa de cocina, con petróleo, mierda, orina. Las hay que figuran las vírgenes de yeso cubiertas de pelusa y de cenizas de volcán, esas a las que él reza y que coloca al lado de los budas chinos y de los bustos en oro de Camarón de la Isla.
Decidimos que vamos a explorar el taller.

Paso la puerta del Este. El fondo de sartén es constante.

El espacio es inexplicable. Encuentro un personaje con la mirada diluida. Se viste de armiño. Camina descalzo. Nos ponemos a hablar. Me señala seis mujeres que montan guardia alrededor de una gran estatua de un hombre cubierta de plumas multicolores. Creo reconocer en sus rasgos a Marcel Duchamp, aunque se podría pensar también que es Lévi-Strauss. Es ese tipo de espacio absolutamente opaco de los bares que imitan a las bibliotecas. No experimento ningún impulso de leer esos libros.
He maldecido este lugar, me dice.
Pero ¿Por qué ?
Vea, ya lo he leído todo, en esta gruta…
Me muestra un pequeño papel en el que ha debido abocetar alguna cosa.
Tome por ejemplo el primer libro al azar que saco : El círculo de la sabiduría : si bien su teoría o tesis de base es osada e interesante, a saber, un origen mediterráneo de los mandalas tibetanos, via el gnosticismo cristiano y maniqueo que hace la ruta de la seda, por mucho que la estructura diagramática de estos préstamos sea aún más escrupulosamente remitida a un origen clásico, griego y judío en un libro del mismo autor que he encontrado colocado al lado : Filósofos griegos, videntes judíos, bien que esta tesis osada, forjada previamente en el estudio del arte de la memoria de Giordano Bruno, no sea más que el pretexto para desplegar en complejas y eficaces estructuras diagramáticas los datos actuales sobre las diferentes escuelas del gnosticismo y bien que su lengua española alcance grados de elegancia y de sutil riqueza desconocidos en ese país desde Gracián, sigo pensando que no ha sido útil sino para justificar pérdidas de tiempo. Compré los planisferios del Cielo en metal en el Louvre, para seguir en todo instante las connotaciones astronómicas de los momentos de mi lectura, concebí la idea de elaborar una nueva Divina Comedia en concordancia con la gnosis antigua y empleé años en la construcción del Cosmos… Ocurre en la escritura como en el dibujo. Se prevén los movimientos que deberán hacerse. Después, hacerlos como cosa sabida. Así que seguí mi natural lúbrico y habiendo ampliado mis conocimientos conté una historia de burdel que nadie ha querido escuchar y que me ha hundido en el desvalimiento…

Me parece bastante penosa y triste, su historia, contada de esa forma, iba a decirle. Pero se acercó todavía más a mí y me susurró al oído:
El eterno femenino nos agota en toda esta gimnástica erudita.
Somos seducidos por la mujer prohibida.
Se nos conduce a ideas de santidad que nos vuelven inútiles.

El verdadero Edipo no es tan fácil… Tome el libro de Nahal Tajadod que se separa de los otros de una forma radiante y misteriosa : Mani, le Boudha de Lumière. En los otros ella hace pastiche, docu drama, pero ahí, gracias a los artificios tipográficos de una obra más académica, se muestra extrañamente seductora : ofrece esquemas, listas, traducciones, un catecismo maniqueo que ocupa en caracteres chinos una buena parte del libro, el resplandor de la ocasión de conocer una religión tan mal conocida, que fue la del joven San Agustín y que volvemos a encontrar mezclada al taoísmo y al budismo en China, la fama de revolucionarios de los maniqueos, que a través de los siglos llega incluso a mayo del 68… Todo ello habría quizás bastado a hacerme discretamente interesado en su lectura. Pero nunca la letra se presenta sin su obsesionante feminidad.
Una tía muy querida me procuró el libro, haciéndolo llegar por correo. Lo coloqué ahí, con los otros.

Bienvenido al mundo de las tías, interrumpo. Yo tengo una también, muy querida.
Si fuera tan simple… Pero yo debía la nota a un deseo adulterino. En esa ocasión las mujeres se multiplicaban alrededor de mí cada vez siendo más eruditas. Yo vivía con una poetisa que estaba embarazada de mí, vamos a una fiesta al barrio antiguo, a casa de un escritor, y una joven parisina se presenta a mí ofreciéndome sangría y hablando de patrística, que es de hecho mi asignatura más secretamente preferida.
Uno o dos años transcurren en diálogos a tres, después a dos cuando cada vez mi poetisa se duerme con el bebé, en el otro cuarto. La persistente presencia en mi espíritu de esta parisina, cuya belleza física es incluso más abrumadora que la extrema erudición. Vierto todas mis angustias en cartas a mi tía, contándole el parecido de esta parisina y de ella más joven. El libro llega. Me siento provisto de todas las mujeres que amo, y además de la autora a la cual atribuyo los mismos encantos físicos de las otras tres. Mi pareja estalla, la parisina enferma de una extraña melancolía, mi tía también. Cambio de ciudad varias veces y me vuelvo adicto a dosis patológicas de café.
Yo reputaba al café ser una quintaesencia alquímica, una suerte de oro potable, de obscuridad, de luz, pues, hecha nutriente del alma, la dieta maniquea más actual : de hecho, el café ha sido, incluso con la fuerte ansiedad que me inducía, una especie de fuerte antidepresor que me sostuvo como un fantasma en ese desastre.

Me parece, deslicé, que todo eso es culpa de usted, y no del libro…
Coja usted otro, poco importa, y verá a lo que quiero llegar…

Esbozo un movimiento hacia la estantería, pero enseguida el hombre se interpone para cerrarme el paso.
¿Conoce usted al poeta andaluz José A.Valente ? Mi parisina nos había enviado en otra época libros de él, añade como de paso.
Por supuesto. Me parece que fue, digamos, apadrinado por el cubano Lezama Lima en los años 70, hago ademán de comenzar a desgranar mis conocimientos sobre Valente.
Y bien. ¿Ve usted la estatua con las seis mujeres ? Usted creyó probablemente que representa a Marcel D. o a Claude L.S., pero yo pienso que es Valente.

Guia Espiritual de Miguel de Molinos. Para una de sus ediciones, la de Seix Barral, Valente habría escrito un prólogo titulado Ensayo sobre Miguel de Molinos con cierta cantidad de detalles sobre la polémica y el proceso que condujeron al autor a las prisiones de Roma. Pone el quietismo de Molinos en relación con el budismo zen, y se leen con intensa delectación esas pocas páginas sobrias y violentas.
Es un libro purpúreo, sellado de los delfines de S.B., protegido por una camisa de celofán, guarnecido de una banda con slogan sensacional del tipo de edición propia al Destape, como se llama en España el fin de la censura franquista.

El hombre parece súbitamente soñoliento o borracho, a sus ojos asoman las lágrimas, y como blandamente se reposa sobre mí, su mano temblorosa en mi nuca, y me dice que sea bueno, que no olvide ni descuide las tareas domésticas, incluso si hace falta fregar los platos o barrer en la noche, airear la casa…

Hay un Arte que es reconocible, poco importa el contexto.
Piense en todos esos buenos alumnos de la librería Praga.

Qué angustia de comprobar que el Arte está en todas partes…

Una figura asombrosa se acercó a nosotros, la cabeza y los hombros cubiertos de movientes y grises ratones. Estaba vestido de cura, era rubio. Tenía las manos levantadas a medias y volvía sus palmas hacia nosotros, haciendo figura de abanico. Pero las escondió tras de sí, se enderezó más y empezó a cantar marcialmente. Cantaba de hecho marcialmente nada menos que versos de San Juan de la Cruz. Me puse de rodillas y sobre un papel dibujé lo que estaba viendo. Volvió a sacar las manos, aparentemente para que pudiesen ser dibujadas. Y cerró la boca, para que saliese cerrada.

Se me aparece que mi alma está haciéndose freír en aceite, en esta sartén del reverso del mundo. Son sensaciones esquizofrénicas, dirán ustedes, pero son las operaciones sufridas por la cosa del arte. Siento, en una especie de experimentación de la creencia, que el núcleo de mi alma está ahí, en la mirada que portan esas sombras y figuras. Los árboles subterráneos y los eternos crepúsculos de lava, los cantos de dolor de las estatuillas, la llegada del juez presentida por una ola de viento rancio. Desde la puerta del jardín se percibe una fábrica anticuada. Son las fraguas de Vulcano, Hefaistos hace las coronas de hierro de los grandes animales del zodiaco, las cadenas de las lectoras de horóscopos y los aliños de los artistas afeminados o demasiado machos. Trabaja solo, no hay muchacho, solo una embriaguez con mirada de plastilina y botellas medio vacías de agria y oscura Ambrosía.
Su armamento es cosa mentale, todo está en el coco, según lo que él cuenta, pero su deformidad es bien real.

Cómo no es histérico el buen gusto de la mitología… Cúantas experiencias vacías… Vulcano es burócrata. El es el Demiurgo y son sus diccionarios los que hay que denunciar, las cadenas de la ideología… Frente a los vivos, este Muerto de los Muertos grita anatema, a los supersticiosos… Y para la putrefacción de sus Muertos habla de ocios…
Me parece que mi alma se está haciendo freir al óleo, cuando recojo los trapos manchados de pintura, las botellas de disolvente y los ceniceros. Delante del cura. Pienso que ha salido de la fragua. Pero no tengo ninguna evidencia. No adivino su edad.

Tú me ves, dijo, rubio, vestido de sotana y cubierto de ratones. Pero soy un espíritu. ¿Sabes que es el demonio el que te muestra, con su letra indocta, quién soy ? ¿Sabes que soy Miguel de Molinos ?

Las oscuridades, las ilusiones ópticas, el aburrimiento, tantas experiencias de la perplejidad, de lo diabólico, convertidas en ejercicio ascético purificador. No se puede entender a Dios, como conocimiento, sin el contraste que da el diablo, y la visibilidad o invisibilidad demónicas. Miguel de Molinos recoge del suelo un libro blanco con un dibujo tachista en sepia. Sobre la naturaleza de los dioses, de Cicerón.

Qué libro más espiritual…

Y coge otro, blanco igualmente con una reproducción de una bandeja griega. El libro de la interpretación de los sueños. Artemidoro de Daldis.

Según Santiago Montero en su libro Diosas y adivinas, Artemidoro escribió su onirocrítica desde una posición reaccionaria, totalmente programada desde instancias de poder, para atacar a los intérpretes de sueños un tanto subversivos que seguían un método tradicional basado en Ptolomeo, menos mecánico que el que él propone. El método de Ptolomeo sería feminista o protofeminista, y el de Artemidoro puritano y machista.
Por mi parte, como juego textual, la aberración de toda escritura reaccionaria me ha resultado siempre estimulante en su monstruosidad, en la medida que hace adivinar una realidad que es negada, pero esa disposición mía puede ser la de aquel que ha estado expuesto a fuertes irradiaciones ideológicas.

Plutarco, « Obras morales y de costumbres ».

Su tratado sobre Isis y Osiris es el mejor libro devoto que he leído, aparte de mi Guía espiritual. Por otro lado Plutarco es más claro que Plotino, Proclo o Jámblico, y es ideal para un pintor vitalista como tú.

Sexto Empírico, « Hipotiposis pirrónicas ».

No quiero opinar hasta no saber lo que ha escrito sobre los escépticos Ignacio Gómez de Liaño. En un tomo de su libro que no ha caído en estas grutas.

Charles Mopsik, « Les grands textes de la cabale ».

Un libro gigante y muy serio, como exige su temática. Mopsik tiene una visión más cercana al estructuralismo francés que la de Scholem, lo que da una particular monumentalidad a su obra. No exento de conexión con los libros que venimos viendo. = De Scholem tengo una edición francesa La kabbale et sa symbolique. Confieso haber leído el capítulo sobre el Golem pensando que lo podría aplicar paso a paso a mi práctica de artista. Sin comprender que el lenguaje habla a la cabeza y no a las manos.

Virgile L’Eneide. Merece la pena leer la traducción de Pierre Klossowski, por su lenguaje híbrido de latín y francés, tanto en el léxico como en la sintaxis, que muestra como se puede transgredir la sacrosanta gramática para descubrir un lenguaje mucho más importante que el de los diccionarios académicos.

Ignorancia hecha diamante o sueño imposible, me veo conducido a una playa nubosa donde una mujer desnuda me mira desde las olas. Estoy recostado y veo su pubis en la espuma, triángulo que yo querría pintar como verdad abstracta. Es la superación de Mondrian y el rectángulo, no ya la onda rígida del cuadro sino el cálculo puro la visión, la localización de las oscuridades de la pura visión. Entro en un pabellón donde pinto ese pubis en un lienzo contra el muro, solamente pubis y resaca matinal. Después me tumbo con el balcón abierto en una estera y mi mano vagabunda alcanza unos libros apolillados y envueltos en pergamino. Me encuentro en Cuba, en una Cuba desierta del fin de los tiempos, sin pobladores, sin sonidos. Los libros son los únicos «seres». Observo el contenido y los títulos. La dedicatoria presenta al autor como Luis de Góngora y Argote y estos tomos como la edición de su tercera y cuarta soledades, escritas en la isla. En medio de las pescadoras y nereidas carnales, se adivinan los amores de infancia del autor. Como un signo del cielo reconozco entonces a Ginebra un año mayor que yo en la mujer de la playa. Un misterioso zombi llama a la puerta del jardín para avisarme de que me tengo que presentar en un examen sobre el Barroco. Una vez hice un examen así en una piscina. Se trataba de esbozar entre dientes una visualización del Universo y de todos los pensamientos. Desde el trampolín comienzo la descripción de las columnas que sostienen los trópicos y describo el giro del axis mundi como la monda de una dorada naranja que se deshace en el fango incorpóreo de la eternidad, girando hasta caer en su propia mismidad. Se me pregunta entonces por unos altavoces, para evitar el secreto, qué diferencia el Orlando Furioso de Ariosto y la Reina de las Hadas de Spencer de nuestro obsesionante Laberinto de Fortuna. Me sumergo para que las burbujas hablen al ángel de las dudas, para que las burbujas le digan de una vez la diferencia entre uno y otro libro. La diferencia, parezco decir, es la caprichosidad que hace de Spencer un balbuceo y de Mena un grito. En la isla desierta busco y grito como en un sueño, después de haberla urdido con el reposo de mis facultades. Para que el Laberinto de Fortuna no nos pierda o acapare, podemos vacar del universo en el falsete femenino de la Reina de las Hadas.
Las olas en su énfasis sobre la arena dicen la circularidad de todo gesto cósmico o moción del espíritu pasado. El antiguo universo es familiar como el mar. Las triangulares amazonas, y sus hijas, que nunca quisieron otra cosa. Las amenazadoras reinas que siempre estuvieron vestidas de pieles. Hemos dado en un cosmos que está desertado por la mujer, en su inmenso órgano sexual la diosa se ausenta y los héroes bailan en un desfile grotesco que sólo habla de trascendencia. Sólo se habla en el universo de cosas que dan nostalgia, porque ya no existen y de las mujeres brota como una existencia inefable la condición de que podamos hablar.
He querido volver en la máquina del tiempo a mi infancia y ser de nuevo un muchacho serio, concienzudo y de buena conducta. He querido rescatar la alta edificación del pudor, la curva que evita la caída. Poder dirigir mi palabra a los seres sutiles que han conservado los modales. No quedar postrado ante la máscara, por no poderla portar.
He aquí por qué es necesario que delimite el universo. Desde el caos que era de muchos tonos cromáticos y abundante en sombras, con picos y salientes en toda su bombeante piel. Desde el nacimiento patológico del Cielo, como garante o condición de lo elevado. Duelo de nacer. Fiebre que invita a callar, poderoso silencio que anuncia el sentido. El cielo que será a su vez despojado de toda satisfacción en su garantía por causa de defunción. El cielo que anuncia su indisposición con un tomar distancia, con un abstenerse o suspense. Y de quien se genera el movimiento hacia el alma, ya que como padre es transitado siempre perpetuamente. No tendencia al padre, sino transitación del padre para la identidad.

Jane, la mujer liberada, acompaña con chasqueos de lengua, con su horizontal desnudez, mis respuestas en este examen. Hago lo mejor que puedo. El tribunal me indultará de la tarea de tauromaquia interior que me atormenta. Avanzar respuestas sobre el Barroco se hace a través de cualquier definición que yo de de la realidad o del Mundo. De paso el Barroco incita a hablar del Tiempo. De los Tres Momentos de todo tiempo. Y el sueño de Jane es tiempo de la alta mar. Un flotar o nadar hacia lejanos barcos o islas, en la mayor simplicidad. Un buscar la protección de cisterna o estanque para nuestro naufragio.



Las olas: que interpretan un quatuor de Reynaldo Hahn mientras se diluyen en la conciencia.
Las olas en off.
Las olas
más tarde
en stand-by.

Las olas siempre como caballitos cachondos. Vengo a la playa a escribir, como los genios.
El luto de cerámica que tienen las tetas blancas desde la terraza.
Con el agua que asedia lagrimosa la Tierra, desde las estrellas, se hacen los collares de espuma de una y otra diosa. La Urania, cuya elevada educación la abandona a ser morada de las marítimas águilas, las mentes imperiales que solamente conocen el vino gris de la filosofía natural. O bien esa otra bañista que también se lanza al ataque, y que asperja de barro nuestro fluvial reposo.
Ambas son círculos de escudo en el torso de Juno. Luna doble o Sol morganático, el aire es territorio de los torneos entre fetiches, entre la mujer y el joven.
Infatigables, las violáceas musas atacarán una tras otra. Como si toda su existencia se actualizara en esos asedios repetidos, como mecánicos. Es necesario para la sucesión del tiempo. La imagen es siempre la misma.

La pintura es una mónada extensa

La pintura
procede en las zonas
y procede por capas en la hondura del punto


El proyecto de pintar una “marina”
Con arrepentimientos.

* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar su novela Pleroma aquí.