Esperando (za)

Mientras esperaba en la mesa del café, sorbía su cerveza. Su cigarrillo descansaba ahora en el cenicero. Veía a los transeúntes desfilar por la calle. Escuchaba el ruido de la ciudad e inhalaba de su Marlboro.

Movía suavemente una servilleta con sus dedos y la observaba sin ponerle atención. Aspiraba de nuevo y bebía cerveza. Sintió un poco de hambre y consideró pedir el menú. Vio a su alrededor y notó algunas mesas vacías y otras con personas conversando amenamente. Regresó la mirada a la servilleta y volvió a rodarla con los dedos, sin mucha gana.

Suspiró y miró la hora. Hacía ya varios minutos esperaba y no le gustaba hacerlo. Giró el anillo que tenía en su mano izquierda y pensó cómo sería si estuviera en alguna relación matrimonial. El pensamiento no tardó en disiparse para dar paso a otro sorbo de cerveza, ya no tan fría, y otro tanto de nicotina.

Al reposar el vaso sobre la mesa vio su tórax y no logró concluir nada. Volvió a mirar a las personas pasar. Tomó su celular y miró la hora de nuevo. Lo abrió aunque sabía que no tenía ninguna llamada perdida y enderezó el encendedor sobre la cajetilla de cigarrillos.

El mesero le preguntó si quería algo más. Pidió otra cerveza y al instante canceló la orden. No la necesitaba. Observó al mesero alejarse, le llamó y dijo que sí, que le llevara la cerveza. Lo vio marcharse de nuevo y pensó si realmente quería esa cervecita… hizo un gesto de desinterés y encendió otro cigarrillo.

Suspiró por segunda vez desde que se había sentado allí. Pensó que sería bueno cambiarle el aceite al carro y consideró comprar una película para agregar a su colección. Le causó gracia haber pensado que tenía una "colección" cuando sólo contaba con cuatro. Pero por algún lado tenía que empezar, se recordó.

Se enderezó en la silla y agradeció por la cerveza. Entonces inhaló del cigarrillo la quinta bocanada y vio el humo subir y desaparecer en el aire. Miró el reloj de nuevo y no se le ocurrió nada que hacer mientras esperaba. La sola idea de estar allí ponía sus nervios a mil. Entonces, como un salto en automático, bebió una buena cantidad de la fría.

Sabía que estaba haciendo lo correcto. Debía ponerle fin a toda aquella situación que tanto le inquietaba. Asintió a sus pensamientos y volvió a girar su anillo. Entonces habían pasado varios minutos más desde la última vez que revisó su celular, razón por la cual colocó el cigarrillo en sus labios y lo abrió. Buscó el número que debía marcar y se percató de que no lo tenía grabado. Sostuvo el cigarro entre sus dedos y entró en una especie de pánico.

Cerró los ojos para ahuyentar la ira que rápidamente poseía todos sus sentidos y volvió a inhalar. Todo el humo salió por su nariz en un tercer suspiro. Entonces vio en la lejanía a quien esperaba y, sin saber cómo, la tranquilidad ocupó todo su ser y sonrió. Negó con la cabeza y pensó si acaso todo lo que creía correcto estaba errado… sabía que habría tiempo de sobra para volverlo a pensar.