No tentar a la mala suerte

Con este pequeño dolor en el pecho
he vivido mil años.
Alfonso Costafreda


Ser un mal poeta,
fatal, si es necesario,
y por la mañana levantarte muy tarde, alargar los versos
como quien acumula piedrecitas y después las lanza a la marea,
y por la noche levantarte aún más tarde,
y después las lanza a la resaca, escoger una palabra al azar
y dar vueltas y más vueltas por la ciudad, junto a ella,
cogiditos de las manos, escoger una palabra gigante,
como, por ejemplo, hermafrodita,
y pasearla junto a ti, por en medio de las multitudes
desacostumbradas, y después levantarte tarde
en la mañana, y que ella ya no esté, lavarte los dientes y las manos,
sentarte a escribir y esperar,
esperar, cansarte de esperar, limpiar el polvo y hacer la cama,
desubrir bajo la mesa cientos de objeciones muertas
y un despertador enajenado que gira y gira, impasible
ante tus horas de sueño o de insomnio.