Habitación 115



La vecina de arriba se alivia con las manos al crepúsculo, la radio menea, el megáfono cocodrilo potente que tiene escondido tras la persiana, mi-la-na, se afina, y pone el diario boca abajo porque ella a nadie entiende, es aquí, la salvé el otro día en la mirada del que fumando chiribitas, un ángel debido a ser un ángel, me fui, dijiste, se fue la llave del acordeón del cuerpo, los ángeles del agua no te comprenden, el reflejo, el retrato de tu cuerpo en el vidrio del mueble que subimos el otro día a tu vivir, la habitación 115, porque si tú te desvistes, te veo, y si te veo, sí, en piedra de mar existes.

Fue una cantilena de noche en este país donde las cunas que nunca comprendiste en el río de la ciudad del engranaje de tus pechos lo vimos, era un ángel, un traspaso, un tramposo, un no esperar en nadie, un amuleto bien apretado y un secreto, una voz, un tango, el arenal del gozo, la sinfonía, el verbo agudo en clavo, laurel, azafrán y romerito, corazón, corazoncito, bambalinas, la lune, los niños, frenesí volante, gorrión de visos, por la noche, de noche, en noche, a la noche, anochece en la ribera del poema y atravieso el poema en trapecio, en tu escote, en la libertad de tu escote, entre tus pechos de gasolina, la golondrina, el amuleto perdido y suave, el canto que brilla en levante.

La peluca o el gorro dejaste de miedo, te abriste al amor y por la ventana, en un triste compás me dejaste volar contigo en baile, tus pies que se escurren, desnudo timbal, tambores, cuerdas, piel, huellas, el vagón verde de tus ojos de arroz y vidrio, vaivén y mantra, ruido, canela, cantinela, nueces de madrugada me despiertas y eres como el astro, la habitación 115, el murmullo de tus flores, la ducha, el viento y el goteo del viento, el soplo y el jadeo en la habitación 115, va, viene, como en murmullo, y te llevo mis discos y cassettes preferidos, las ondas africanas, desde el colegio de los párpados, hoy, rojo tu requiebro el fruto globuloso de tu entrepierna cruje, los calcetines, deja que los lleve a diario porque ya no tengo, que dibuje pasatiempos en tus muslos, un mediodía lunar, un oh-ah-oh-ah de barrio y copla, la brisa y el delgado freno que se instala en tu boca de incendio, enfrentando al pasado el codo, la veleta, rumbo por la soledad rumbea, multicolor laberinto el de tu espalda, brío y sonámbulos de paisaje, no existe la ciencia ni en ti ni en mí, ni en esta claridad de héroe, de héroe relativo de agujero negro, que de sed sé por tu saliva, porque se prueba, se siente, se entiende, el día es un paso largo de alas, piscina, tocando, tirititrando, tran-trero-tran-tran-trero.

Es el olor a orgasmo que viene de la habitación 115, la gruta que se abre, la gruta que me cuenta la historia de su vida mientras ruedan por el piso las ruedas que tú inventaste con el sonido de tu identidad, un órgano, cuéntame la intimidad de tu brazo, tu éxtasis, al quinto día ya vivías en la ducha mientras yo siempre llegaba tarde al chorro, el muro, frío mármol, tu identidad, y yo tocaba presuroso el mármol blanco, la separación, y creía tocarte en fémur cuando ya habías abierto todas las puertas de los huesos y habías desaparecido por el tragaluz. Veo.

Fue una noche de jazz en minúscula negrita e irradiación blanca, un ejercicio en trineo por las escaleras que descienden y que luego ascienden, Barbès, un sitio que invita al desplazamiento mientras los destellos de los bares se funden y todo desaparece y el sueño florece como lo único real tras el velo de la cortina de humo de nuestro bar preferido y siempre,  alacranes las uñas de los más miserables y les ofreces un poco de viento y sol, una botella de humo y un tiro de verano, y te quitas las uñas y se las das a ellos, tus uñas que chispean con el resplandor del cometa de invierno que estamos gritándole a esa mujer que canta con aliento porque en el pasillo de los rencores no vemos a nadie. Se han ido al sol descapotable.

Escríbeme te digo, y te agachas y pones la oreja contra el suelo, mientras el charco se acerca a ti, y se aleja, el ruido, tintinea nuestra canción preferida mientras los músicos ya cabecean, y nos dan arañazos de viento, y nos fundimos en nada por ellos, les auscultamos ¿pero les dimos algo en la costumbre fría de nuestros días de cuenco y plátano?

Cuando era suelo. Empiezas a recordar el juego, la tarta, el as de  póquer el tu cosquilleo, porque lo vuelcas y lo vuelves todo del revés y entonces amanece de noche y anochece en la mañana, de llorar descansan las arterias, y nos lanzamos rodando por el valle solitario del mar que desemboca en el río del más del lado de acá, caminando, a veces,  nadando, a veces, es estación el sitio.

Por costumbre, que es la rutina, preguntamos, un vaso de cobre, un vaso de leche, el piano, el cráneo de las palmeras, mientras esbozo una sonrisa al amanecer mientras espero a perderte de nuevo para buscarte en los años, peinarte, veleta, ¿hallaste el léxico de los tirabuzones?

Y yo todo es para buscarte en la distancia, tu ombligo, pasan farolas, pasan las noches y estoy embarazado por la irradiación del mar polar, por las suertes y para que salte fugaz la estrella, misterioso signo en el criterio de la ciencia del cuerpo profundo, en la magia del trigo, en el azulito verde de tus ojos del contigo.

Y vuelcan caderas y ruedo en las cantinas y las rondas empiezo viviendo, cazo, acorralo, intento, pero no, las calles del período y la jerga del mar, el pupilaje de las manos de tus pestañas salientes y sigue sonando la melodía en la habitación 115, niña querida, niñas loquita, bebes cachaça, niñas flamenca, topografía, futuro, habitación de la vida en silencio como un tu tu-tu-tu próximo, un pío pío pelas, el perderte en la inocencia buscas, cachaça, trero, pasos, giros, no te alejes, no nos vayamos, por sonidos, famas, despejada, de alado, concha de la ambulancia, amuleto del sitio, asomas del balconcillo, la habitación 115 aromas, las palabras te despiertan porque tú no hablas más que en sueños, y allí el sentirte en eso es diferente de lo que yo creía verso, el susurro de las ollas cuencos, el nacimiento de las sábanas abriéndose en ti en silencio y en la ciencia, desquite, el desquite de una humana fábula, la novela hecha aquí espejo hecho girón, gira-luna y arbitrio, cospedal, achirimiya, lluvia, se empañan los cristales de los crisantemos, dulce de leche, tirititritrero.