Historia de almohada

Cadenas


Hambre de tu piel.

Sed de tu boca.

Esclava de tu cuerpo.



Dedos deslizándose


Testigo: el colchón.

Aromas de fruta mezclados.

El mundo en tu vientre.



No-amor


Sábanas húmedas.

Aliento cálido en mi nuca.

Mi corazón ausente.



Sin título


Vacío.

Cambio mi papel de buena de la película

por la de la malvada bruja de cuento.

Todo es vacío.

Manzanas envenenadas para los amantes,

algunos se atragantan con un gusanito

y otros se comen los pedazos sin cuestionar nada.

Demasiado vacío.

Un temblor recorre la piel áspera, colmada

de caricias de soledad: alguien tira la fruta roja.

Me desafía a la transformación de mi verdadero yo,

me insinúa que vuelva a ser triste princesa.

Tan vacío…

Y, como bruja que soy ahora, ignoro las intenciones

- sean buenas o malas: no sé si es cordero o lobo disfrazado -

y remato con un espectacular número de escapismo.


No encuentro placer en joderle a nadie

pero, en la moderna selva urbana de hipocresías,

carente de valores e ilusiones,

sólo te queda ser una astuta y cobarde bruja.



* Estudió Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Ha trabajado como arqueóloga, profesora de clases particulares, joyera, informática, investigadora de libros antiguos, etc. Actualmente, estudia Master, es pluriempleada así como directora \ editora de Groenlandia, Revista de Literatura, Opinión y Arte en general. Ha publicado un poemario, titulado “Bocaditos de Realidad” (Groenlandia, 2008), y en breve publicará su primer libro de relatos, “Cuentos de la Carne”. Sus poemas y relatos han aparecido en diversos fanzines y revistas, impresas y digitales, de España e Hispanoamérica. Sus poemas han sido traducidos al inglés, al catalán y al italiano. En breve, aparecerá en tres antologías literarias, dos de poesía, y otra de narrativa.

Estampita mejicana con llorona

Por una de las calles laterales a la Plaza de San Jacinto de Ciudad de México, como parte de esa fauna de turistas que se desplazan a diario por las calles del D.F. Intentando congelar inútilmente los recuerdos con una cámara digital, entre el murmullo de la gente y la música proveniente de los restaurantes, escuché un leve quejido. Un breve sonido como oleaje que venía y callaba. Por la acera del frente, detrás de los autos estacionados, pasaba una señora bien entrada en años, con dos trenzas tejidas en su pelo encanecido y largo que le bajaban por la espalda. Escuché su llanto con mayor claridad a medida que se acercaba. Caminaba sola. Sus lamentos venían de una profundidad y un desgarramiento que sólo conoce el alma. Aún vestía de colores, como si el acontecimiento estuviese todavía latiendo en sus oídos. Había mucha gente al otro lado de la calle, pero nadie mas se percataba. Busqué hacia los lados para ver si alguien la seguía a la distancia y pude ver a la imagen de la muerte, vestida de traje naranja, adornada con flores de colores y sombrero, que mostraba su eterna sonrisa tras una ventana. Volví el rostro hacia el frente y ya la anciana había desaparecido entre una multitud cada vez más insensible al dolor ajeno. Al día siguiente me enteré que había muerto Roberto Cantoral, célebre compositor de algunos de los boleros más hermosos que jamás haya escuchado. Aún espero que el dolor de la anciana haya sido por uno de esos recuerdos románticos que la música siempre acompaña y no por esos terribles aconteceres que a diario nos acosan.



* Poeta y narrador venezolano (Barcelona, Anzoátegui, Venezuela, 1962). Ingeniero egresado de laUniversidad de Oriente (UDO), donde fundó el suplemento literario estudiantil El Mástil Roto (1986-1988). Dirigió por dos años (1997-1999) el suplemento cultural Fragua, del diario El Oriental, de Maturín (Monagas, Venezuela). Ha publicado los libros de poesía Sólo piel intensa (1990, Editorial La Espada Rota), Cotidianas (1992, Departamento de Tecnología Educativa UDO-Anzoátegui), De tanto andar en solitario (1999, Fumcultura) y Pentagrama (2003, Litolila), y el libro de cuentos La Billo’s no, compadre, y otros relatos(Trafford Publishing, 2009). Ha colaborado con diversas publicaciones periódicas, incluyendo la Revista Nacional de Cultura, y ha escrito para diversas exposiciones de artistas plásticos de Venezuela. Actualmente reside en los Estados Unidos.

El discurso de Onán

El cuerpo, en lances de amor, es parte indispensable del alma.


Epicuro


No puedo vivir sin ti, oh compañera. No puedo sostener solo mis insignias contra el viento.


Me duele, como una mala encía, todo el destino cuando me falta tu calor voluptuoso y envolvente, tu compañía de fragancia y deseo.


Porque me han puesto en mi cuerpo aquello que es para ti, aquello que te busca en la noche, oh mujer.


Cargo con la carga sola del órgano para ti que está en mí, el órgano que te busca anheloso como un brazo pequeño que quiere transfigurar tu cuerpo.


Sube una energía. Es una energía tremenda, obcecada, llena de furor que sube y se distribuye a través de todas mis venas.


Cuerpo mío, cuerpo mío afuera del mío, déjame colocar en ti esta energía que es tuya, pues tiene tu imagen.


Puerta blanda de mi destino, déjame entrar. Déjame entrar, umbral dulce de mi vida.


No me faltes ahora que la soledad es ancha como un desierto, abierta como una constelación baldía.


Mi sangre te reconoce, sabe dónde estás, dónde guardas la esencia anhelante de lo que busco.


Mi sangre, ciega y callada bajo mi piel para tantas cosas, para ti es vidente y lúcida, y conoce perfectamente tu nombre.


Tú te me acumulas con los días, vas sucediendo en los pisos del deseo, te agolpas cada día como una gana más honda y más alta.


Y llegado el momento estallas como una imagen cuyos fragmentos mis brazos procuran unir antes que se dispersen en la soledad del mundo.


Pero, dime, yo estoy solo en estos pensamientos? Son míos nada más?


Estos gestos silenciosos sólo ocurren en mis venas, en mis glándulas, en mis huesos, en mi frente, en mis ojos profundos?


No me olvides, que yo te necesito para ver dentro de mi propio ser, para encarnar lo que estoy destinado a ser desde los gérmenes.


A la derecha, volteando el rostro, te veo que pasas de pronto, como una sombra fascinante.


A la izquierda, volteando el rostro, te veo que sucedes de súbito, como un espectro dulce.


Delante y detrás te veo, volteando el cuerpo. Te veo en todos los puntos, girando con el alma en el poliedro del recuerdo.


No hay nada como verte. No hay nada como ponerte las yemas encima. No hay nada como abarcarte con la mano.


No hay nada como entrar en ti, lentamente, como quien silabea una lengua de frutas invisibles.


Aunque tú tienes una estirpe, cómo es que te me presentas sola sobre la tierra, sin orillas ni orígenes?


Y te me plantas delante, allegándote en la atmósfera que cimbra, como si vinieras del fondo de todo destinada en soledad hacia mi soledad.


Así, en la soledad, cargado de tu deseo, de cuya ausencia sufro, pido no pensar en nada, renuncio a todo, como un asceta.


Pero no puedo, tu cuerpo se me multiplica en los ángulos de todo, como una loca poceta o como un espejo frenético.


A ti, que te he amado largamente, que te he conformado en mis visiones, vuelvo siempre, vuelves, desde el difumino agresivo de la separación y la distancia.


Y tú lo sabes? Te enteras de esos regresos tuyos que son enteramente míos?


Sagrada es la mujer desnuda, bien tendida o en posiciones de fascinación dulce, cuyos fragmentos corporales distribuye algún geómetra divino.


Son trozos de constelaciones, firmamentos curvos que solicitan viaje, frondas insinuantes del árbol donde todo el saber comienza!


Tú, productivamente distribuida, que tienes tantos puntos hermosos donde carenar la nave, déjame que mi atributo te recorra y penetre.


Bajaré a descubrir con mis labios la totalidad secreta de tus mundos y te perseguiré los abismos musitando palabras terribles.


Quiero que tu piel oiga, a través de toda su extensión y sus íntimas bordaduras, el mensaje de mi corazón entregándose.


Tu ausencia duele, como un hueso quebrado. Duele, como una sangre quemada. Duele, como una vida rota por el vacío.


Tu ausencia me corta en dos, me separa de mí mismo, y me echo a andar con el cuerpo deshecho, comprimido, rebanado!


A veces, bajo los dictados del órgano, se dispara el recuerdo. A veces, bajo el imperio drástico del cuerpo, la sangre me pide serventía de mujer.


Arriba se van suscitando las visiones y una energía que sube desplaza todos los eslabones precedentes, y asienta con fuerza tu vapor desnudo.


Mujer, luna abierta, con sólo separar un poco tus muslos, se organiza el universo bajo nuevas leyes.


Tu poder de abertura es inmenso: todo lo convocas y resurreccionas, y la sangre apetece desembocar en ti, como en una patria.


Ven, y no me esperes. Acércate, sin separarme jamás. Búscame tú misma, con el mismo impulso con que yo te busco.


Ven, oh abeja participante y deseosa, con tus danzas de rotación y búsqueda.


Sea la refracción de los impulsos, la devolución de los desbordes, todos mis avances en tu avance.


Éste es el amor que va hacia el amor que viene, oh los dos amores del amor, sólo así, los dos hacia la unidad ardiente!


Amada mía, hecha de antiguas espumas, criatura loca del aire, sólo yo te veo en esta soledad de hoy, tan llena de recordada compañía.


Tu cuerpo no puede ser comparado: no bastan las geografías, los vegetales, los animales voluptuosos.


Habría que inventar una lengua nueva para el amor, el esperanto del perfume y el fuego!


El amor está evolucionando delicadamente. Se está adueñando de zonas nuevas, y se está abriendo dentro de la frente como una flor desconocida.



* Poeta, ensayista, editor y diseñador gráfico. Premio Nicolás Guillén, de México, en el 2004, y Premio Nicolás Guillén, de Cuba, en el 2005. Premio La Rosa Blanca 2005. Premio Samuel Feijóo de Poesía y Medio Ambiente 2007. Finalista en el Festival de Poesía de Medellín, Colombia, 2007. Finalista en el Festival de la Lira, en Cuenca, Ecuador, 2007. Ha ofrecido recitales y conferencias en universidades de México, Venezuela, Estados Unidos, Panamá y China. Máster en Cultura Latinoamericana. Profesor adjunto de la Universidad de La Habana. Versos suyos han sido traducidos al griego, al inglés y al chino. Ha impartido diplomados para la formación de escritores. Tiene un gran número de libros publicados. Trabaja como editor jefe de la revista cubana de poesía, AMNIOS.

Women having a pee

Voy a soltar cualquier barbaridad, es lo que mejor funciona conmigo. No tengo tiempo de reflexionar si además de escribir quiero vivir. Es como el sueño que arrancamos a la noche cuando nos viene un desmayo de día. Todo eso que no dio tiempo en medio de la excitación y de los cambios drásticos de rutina. Un amigo mío hizo la prisión, y me ha abierto los ojos. Por un pelo. Por un pelo te meten en el talego. Por un pelo te vuelves loco, como esos clientes que tuve que contaban cada uno su historia de pelos púbicos o de menstruos en el café de por la mañana. Eso les pasa por no desayunar en el bar. Y aún en algunos bares te encuentras esos aliños, si eres hombre sensible. Hay en ello para mí un vínculo social muy fuerte, cuando la magia negra interviene en la magia del artista. Estar sometido, por medio de la suciedad, al orden del cosmos, que significa orden y belleza en griego, y de donde viene cosmética. Una amiga me ha enseñado los pies con unos zapatos de mucho tacón de aguja, sofisticados y posiblemente muy caros, con una ropa en la que yo no sé distinguir la distinción segura. En todo caso alta costura por un pelo.


Esta amiga se cachondeaba mucho de mi uso de la terminología budista. Seguro que ha sido budista, siquiera sea en cabeza ajena. Y lo hizo delante de un colega al que van a editar. Parece ser que para pronunciar "la dharma" hace falta un poso especial en el estilo. Pero ella me palmeaba desde su taburete, París está sirviendo de algo. Se parten de risa conmigo, mis amigos. Apenas sé cuatro cosas de sus vidas. Que ella está marcada con metal candente en lo poco que he visto de su cuerpo, que él debe publicar con pseudónimo. Que me han contado todo y me lo callo. Que hay que evitar la ideología y que hay una moda del escritor delincuente. Una nueva edad de oro de venta en joyerías y en el contexto confidencial de la vanguardia. Aquí todos los que trato parecen conocer a fondo la vanguardia.


Tengo una pareja a la que adoro y que posa para mí como yo quiero. Tiene sus gustos, y es capaz de provocarme una depresión de varios meses si pinto mal. ¿Pero qué es pintar mal? Ustedes seguro que encontrarían estupendos esos cuadros descaminados, simplemente porque yo engatuso a la gente y les puedo hacer sentir el sabor de perderse. Porque cuando encuentro el público todo les interesa, porque hay mucho de fascinación en mi trato y en mi trabajo. Eso es bueno, llevo meses sin hacer óleo y sólo dibujando porque espero que alguien me compre el cuadro que provocó la crisis.


El cuadro de la meada o lluvia dorada tiene sus puntos buenos. Al amigo escritor le ha recordado no sé qué reminiscencia de la literatura católica homosexual. El fantasma es el mismo que en las versiones a tinta y a acrílico. Mi pareja que orina sobre mí.


Sí, es mi puesta en escena frontal del sexo femenino. La vulva en eclosión. La mujer que da. Sí, cualquier barbaridad es buena en pintura. Píntalo y serás feliz. Un chavalín colombiano me dijo que yo tenía que pensar en mi pareja para pintar, y representar en el cuadro todo lo que pudiera hacerme sentir culpable. Los colores están como nunca, un no sé qué bizantino, quizá el exceso o el lujo, ya que son colores al óleo muy caros y vistosos. El dibujo de las dos figuras es vigoroso, inconcluso en la figura masculina, emborronada de gris y azul, para contrastar con los tres tonos amarillos que fluyen sobre él. Varios cinabrios.


Es normal que ese cuadro agotase todo lo posible. Me salvó la Semana Santa, que pasé recogido y aislado, y que me preparó para la extrema actividad del dibujo todas las noches, y de los complejos dispositivos que eran tan nuevos para mí. Escribí mucho en francés en esa época, en carne viva, y conocí gente por internet. Empezó a importarme poco toda la historia del éxito y me solté. No era nada espabilado antes, me parecía que el éxito era como una condecoración que se espera desinteresadamente. O bien, si te pones, algo directamente innoble que yo debía evitar. Bueno, todo eso en lo gordo no ha cambiado, sigo siendo el mismo, pero desde Semana Santa me siento más suelto.


El que pierde la vergüenza debe esconderse y hablar en susurros. Mi amiga de antes ha sido internada en el hospital psiquiátrico y la de ahora está pálida de que vive de noche y no le da el sol. Mi pareja tiene los ojos azules, los labios siempre ligeramente entreabiertos y ofreciendo su helado de pulpa. Sus senos son perfectos desde el punto de vista actual, no caen, flotan en una juventud inmaculada y el topless les sienta bien. Pero lo que me excita poner en el cuadro es toda la carne prieta y torneada que va desde el plexo solar al ombligo y que se bifurca en la cintura para modelar por detrás un culo espléndido. ¿Me entusiasmo solo o están ustedes siguiéndome?


Mi pareja es una mujer discreta y perfeccionista que me ha ofrecido muchas comodidades a partir de muy poco, por su tenacidad. Su obra exige subir el tono de un disco de Mahler, o mejor de Bartok. No, de Mahler. Subirles el tono a los genios para poder negociar el futuro, el futuro del Arte. Conozco su obra escrita de oídos, porque me la han contado ella y la gente que conoce su trayectoria. Su obra fotográfica ha sido objeto de mi apreciación en la redacción de un inventario que es al mismo tiempo un poema inacabado. Se divide en capítulos que son cada plancha de contacto. Antes se podía consultar, pero lo han censurado, es largo de explicar, quizá lo ponga en el blog. Lo pongo en la rúbrica "cat people". Sí, por los gatos y por la película de Jacques Tourneur. Pero no he subido el tono ni de Mahler ni de Bartok, no me gusta hacer lo que escribo. Si no, lo más lógico siendo consecuente sería hacer cualquier barbaridad. Una catástrofe, como le decía ayer en la puerta a mi amiga de los tacones de aguja. Una gran carcajada masculina se oía detrás de la cortina de entrada. No era cuestión de pasar, yo me había programado. Siempre es el vértigo, y yo, en el fondo me digo ¿por qué no? Por qué no sentir el vértigo y luego enlazarme con mi pareja un rato, acariciar fuertemente sus pies por el talón, por la planta. Ella lee el español y le envío un saludo y un beso, para cuando se despierte por la mañana, o cuando tenga tiempo y ganas de leer lo que yo escribo. Je te remercie, petite. Je t'aime. Mi paloma, mi loba, mi gacela, aquí estaba yo mientras dormías, hablando de ti. ¿Te das cuenta? En público, porque soy artista. Como lo hizo ya Diógenes. Antes no estabas preparada para leerlo, este blog de contornos obscenos, a la manera de algunos surrealistas, no al menos de una forma tan explícita, y tan dejada al azar.


Debe ser la influencia de mis amigos y amigas, y de mis mecenas, todo mezclado con mi capacidad cínica para la metamorfosis. Me he pasado la vida volviéndome artista.


* Manuel es pintor y escritor granadino residente en París (Francia). Puedes descargar gratuitamente su novela Pleroma aquí.

La ventana

Fue el oído de la casa

Su ojo mágico, el buzón.


Por ella, llegaban noticias secretas,

y se colaban, escapados,

los espíritus errantes de los antepasados .


Los domingos, era pantalla gigante

por donde vestidos de multicolores sueños,

asistimos en primera fila al maravilloso mercado

del trueque, a la irrepetible ceremonia de la palabra cabal,

al rudo desacuerdo, llevado en ocasiones al límite,

a los tiernos amores de mirar y no tocar, de suspirar…

Al mágico mundo del lenguaje de los sombreros y las ruanas,

de los impecables driles que brillaban como armaduras

en la fantástica glorieta del parque en los bazares de parroquia

donde cada caballero defendía el honor de su vereda, ya en el baile,

el tiro al blanco, la ejecución del tiple o la bandola,

o sencillamente, bajo el abnegado pañolón, por donde asomaban

los rostros femeninos fecundados por la voz de la luna.


Por su imborrable cinta magnetofónica de tiempo, pasaron milímetro a milímetro los maravillosos días de una infancia sin dolor, desde donde fueron filmados para siempre, en la memoria feliz de nuestra vida, nuestros viejos paisanos campesinos.




Pájaros



Ágiles geómetras,

trazan sus avenidas

desde el tejado hasta la flor,

de la rama al trino

del trino, al canto,

del canto al oído,

del oído al corazón.

Vestidos de viento,

perfumados de lluvia,

dibujantes de la mañana,

son los más antiguos obreros

del mundo, flores aéreas,

arquitectos del aire.



* Licenciado con estudios principales en Español y Literatura de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, y es especialista en Comunicación Educativa y en Enseñanza de las Artes de la Universidad de Pamplona, impulsor fundador de grupos de teatro estudiantil y de maestros de la ciudad, presentador de programas culturales y docentes de la televisión local, miembro de agrupaciones musicales de la ciudad, profesor del Colegio Provincial San José. Se ha desempeñado como catedrático de la Universidad de Pamplona, su obra literaria ha sido registrada en el compendio Quién es quién en la poesía colombiana,parcialmente publicada en diarios departamentales de Cúcuta y de Bucaramanga, en revistas como puesto de combate, lideres del saber, cuadernillos de poesía de la U. Pedagógica Nacional. Seis libros de poemas son su patrimonio personal, un libro de cuentos, su intento narrativo, y la canción del adiós y El bambuco Con sabor a Identidad, sus intentos musicales. Su empeño es hacer de la poesía una llave para entrar al alma del ser humano.


Luz narco

Otra vez mi corazón creyó que estaba en la arena de un rodeo de Santa Fe, y que los hombres marlboro inclinaban los sombreros de hueso para ver mejor sus movimientos a contraluz. Supongo que por eso que empezó a trotar estando yo quieta, de pie, en el metro de Barcelona.


Tengo taquicardias porque el ruido urbano me cala, me tapo mucho los oídos ahora que he vuelto.

Quisiera que todo sonara como bajo el agua, que cada uno se oyera más a sí mismo. Como cuando se canta con la boca cerrada, cuando el cuerpo es un eco y un teatro con un único espectador, rodeado de líquido impenetrable.


Movía los ojos para mantenerlos húmedos. Inflaba mis pulmones de luz fluorescente fría, de aire subterráneo en movimiento. Intentaba sosegar mi órgano desbocado, pero en seguida me venía a la mente Michael Douglas en Un día de furia, con el pelo cuadrado y la camisa planchada. Y su lujuriosa venganza a chorro.


De repente, un gesto extraño quebró mi estado de inconsciencia voluntaria. Un hombre sudamericano observaba con amor su reflejo redondo en el cristal. Era alto, moreno, y se tocaba la panza como si catara un melón, como a veces los hombres tocan los pechos, sopesándolos con cariño. La barriga iba sujeta por una camiseta roja metida por dentro del pantalón.


Mis ojos recuperaron el foco, tuvieron que hacerlo, para registrar lo que vino a continuación. Con extraña vanidad, el hombre desplegó su índice y accionó la gran hebilla dorada y rotatoria que coronaba sus pantalones. El sello, muy bien engrasado, empezó a girar a tremenda velocidad. Ahí estaba él, paladeando la calma majestuosa que irrigaba su abdomen, todo su cuerpo, mientras en su centro una hélice de oro prometía un chispazo.


Cuando concentró suficientes miradas en un mismo rayo, dejó que la ruleta frenara despacio, descubriendo su forma real. Un impúdico símbolo del dólar se detuvo, y se generó un ambiente indeciso.


Bajé la cabeza para ocultar mi sonrisa. Luego pensé en derretirme, colarme por las rendijas del tren y terminar bajo las piedras dálmatas de la vía.


Clavé la mirada en el libro de la mujer que había sentada a mi lado. El título del capítulo era “Haz lo que te gusta”. Uno de esos manuales para reencontrarse con uno mismo, para vivir con menos. Para hallar la felicidad en la pobreza material. Pensé que en ese preciso momento me gustaría comerme una piruleta de corazón, sentada en un portal, mientras observo los zapatos y las piernas de la gente. Después iría a un geriátrico a leer a Itziar Ziga. Al lado de la mujer, una chica con unos pechos redondos y salientes repasaba los apuntes de fisiología vegetal.


Las puertas del vagón se abrieron de nuevo; cada vez me impacientaba más por salir a la calle. Los pasajeros se amontonaron para salir. En unos segundos el vagón quedó completamente vacío.


- ¿No te molestaba la gente?

Me giré con terror. El jinete seguía en su posición. Su acento era mexicano.

- ¿Qué pasa? ¿Dónde han ido todos? ¿Pasa algo en Diagonal?

- Los espíritus a veces son maliciosos-, sonrió.- ¿Sabe quién soy?

- …No- penosamente empecé a buscar cámaras en el vagón.

- Soy el Shaka. Sergio Vega, cantante. Un gusto señorita.

- ¿Sergio Vega? El cantante de narcocorridos que…

- Que murió acribillado. Me dirigía a Alhuey, con mi Cadillac rojo. 30 disparos.

- …- tragué saliva. Mi corazón se calmó.

- Como mis queridos Gallo de Oro, Zayda Peña y El Loco Elizalde. Que la Santísima Muerte les tenga a todos en su regazo.

- Claro, entonces está usted muerto-, dije con temblorosa desenvoltura.

- Pues sí, y como puede ver, sigo teniendo estilo- Se ríe a carcajadas mientas sujeta su cinturón- ¿Qué és Mexico para usted querida?

- Pues…polvo, es sol y arte, vísceras picantes y carreteras de arena, limón y fuego. Y también muerte.

- Y magia. La que intentáis ignorar.
Nosotros morimos con nuestros espíritus en los talones, con el corazón brillante.

- A mí se me vuelve loco.

- El corazón se hace grande cuando bailas con la muchacha que te embriaga y empiezas a girar hasta que todo se emborrona. Pero también se alimenta de la visión de la sangre de un hermano entre los arbustos… "Una chamarra de cuero, un pantalón de Versace y un revólver del 32"…- se puso a canturrear uno de sus éxitos-
Sé que sólo te sientes libre cuando piensas en cosas que llamas surrealistas, esas visiones que te electrifican el estómago. Hijita eso es magia. Qué sería de este mundo sin las lágrimas.

- ¿Qué más sabe?

- Sé que le pediste a tu abuela que pusiera una vela blanca por ti.

- Sí, pero parece que sólo recojo las migas de energía buena, como las tías a dieta delante de una buena tarta. Tigresas tan tristes.

- Estar vivo es jugar al escondite con lo que se oculta detrás la frente, detrás de los ojos. En la garganta y en la nuca.

- ¿Por qué le mataron?

- Porque dije algo que sólo yo creía.

- ¿Y por qué lo dijo?

- Porque así el secreto se me hacía más fuerte, dije dónde se había escondido a los demás. Sólo así ganas la partida.
Ellos tuvieron miedo de que fuera verdad.

- ¿Qué temían?

- Que ellas tan sólo se hubieran marchado a un lugar donde los peces pequeños les besen los pies, lejos de las maquilas.
Plantan sus cruces rosadas en la tierra de Juárez por la noche, y ahora sus madres lloran la distancia.


A veces la cortina más fea se hincha repentinamente con el aire que entra por la ventana. Y todos callan.


* Periodista independiente. Gestiona el blog Contorno labial.

Vida anunciada

Mario se levantó aturdido aquella mañana, se duchó con más lentitud que de costumbre, pero fue súbitamente, al pasar frente al espejo y ver su rostro sin afeitar, cuando sintió la certeza de que su vida no le pertenecía. Aquella sensación de impostura, de encontrarse en el lugar equivocado, fue en aumento durante del resto del día, como si fuera una enfermedad largamente incubada que hasta entonces no se le hubiera manifestado, creciendo ahora en intensidad, encontrándose cada más vez incómodo en cada gesto que realizaba, hasta que a la salida del trabajo, decidido a solucionar el asunto, cogió el teléfono y llamó a la redacción del periódico en donde contrató la publicación de un anuncio: “Encontrada vida de hombre, de unos cuarenta años, en Córcega con Bailén, contiene una mujer y dos hijos pequeños, trabajo estable en unos grandes almacenes, un turismo de cinco puertas, hipoteca a quince años y ahorros en el banco para emergencias y para alquilar una casita de pueblo un par de semanas el próximo verano.”


A la mañana siguiente recibió decenas de llamadas. Todos le decían lo mismo: “Es tan parecida a una vida que perdí.”


“¿Pero en la misma calle?”


No, en la misma calle no, ahí se descolgaban todos, era un poquito más arriba, o más al este, en otro barrio, e incluso en otra ciudad.


“Pero se parece tanto a la vida que tuve”, decían aún los más esperanzados, “que pensé que quizás con el tiempo se hubiera podido mover de sitio”.


Les pedía detalles sobre el puesto de trabajo, la edad de los niños, la marca del coche, el cabello de la mujer, y aunque hubo ciertas coincidencias ninguno de los que llamaron pudo demostrar de pleno que aquella fuera la misma vida que habían perdido.


Mario se preguntó dónde estaría él de haber perdido una vida semejante, y pensó que quizás ya no sería de los que leen los anuncios de los periódicos, sino que tal vez estuviera pidiendo limosna en una esquina, o durmiendo bajo cartones y periódicos atrasados. Salió a la calle y comenzó a preguntar entre los vagabundos, por centros de asistencia, comedores sociales, estaciones de trenes.


La búsqueda duró diez años, los que tardó en encontrar en un periódico antiguo un anuncio que le recordaba al suyo.


“Lo siento”, le contestó un hombre al otro lado de la línea, “pero ese anuncio debe ser viejo, muy viejo, hace años que yo mismo llamé a este teléfono y me respondió una mujer. Me contó que su marido les había abandonado, sin dar explicaciones. Sólo por curiosidad decidimos conocernos. Me enamoré. No me costó demasiado conseguir el empleó que el otro había dejado vacante en los grandes almacenes, y finalmente me vine a vivir con ellos… Los niños bien, ya creciditos, el pequeño con algunos problemas en el instituto, el mayor a punto de entrar en la universidad… Claro que se acuerdan de su padre, pero bueno, se han terminado encariñando conmigo… Ya es casualidad que su vida fuera en esta misma calle, pero si ahora se pasará por aquí lo encontraría todo muy cambiado. En fin, amigo, tenga cuidado, y abríguese, que he oído que se acerca un temporal de frio y aun recuerdo lo duro que era el invierno sin tener un sitio donde dormir.”


Mario colgó el teléfono, y tiritó durante unos segundos sobre la acera antes de alejarse por un callejón.



* Ha realizado estudios de filología árabe, de teoría de la literatura y literatura comparada y de antropología social y cultural. En la actualidad reside en Barcelona, es codirector de la Revista de Humanidades Kafka, y coordinador de Afinidades narrativas.

Encontrando mi camino

Canas parpadeando

dardos en lugares espaciosos

Oscuro en misterio

¿Promesa...?

La luz de una pantalla sin alumbrar

ya no puede satisfacerme.


Existe esta melancolía que forma parte de mí

que encuentra la comodidad en los días encapotados

la otra parte - mirando las sombras internas

a veces viendo la burlona e interminable luz del sol


es un misterio.


En vez de transformarme en un obvio cisne

dirigido grácilmente a través de los elementos

Tan sólo consciente de ese peculiar momento.



Nichos



MIrando a través de ventanas de patio opacas

Espiando gansos tardíos que pasan rozando los remos de un lago

Soy transportado, como si caminara por la tierra Soong

Contento - elevando la mirada al cielo para apresar el castillo “Dakota”.


Una partida en la mañana primaveral

me encuentra momentos después - en la ribera de un río

Yendo al sur hacia la puerta de Battery -

Aquí y allá recuerdos pastorales de gorjeos y germinaciones

Mientras los pájaros del mar atrapan un rápido viaje que navega sobre el agua.


El verano trae las tardes en la rescatada “Fryng pan”

amarrada a una barcaza de hierro y sobre cubierta

Me maravillo con la luz de la ciudad

la embarcación reflejada en esta arteria urbana.


Viajando hacia el norte por el río Hudson

hacia los valles de orquídeas y viñedos


los amigos del camino


abrazan la vasta cosecha de los cinco sentidos.



* Traducción de José Luis Ovejero (Barcelona - España)